A fines de 1968, muchos conjuntos (que así se les decía en ese entonces) mexicanos de rock tenían como parte de su repertorio dos covers de cajón: “Gloria” de Van Morrison y su grupo Them (aunque en su versión en español, aquella que decía: “Yo conocí a una gringa / muy linda de verdad”) e “In-A-Gadda-Da-Vida” de Iron Butterfly (en su versión larga –larguísima–, solos instrumentales incluidos). El primero era tan sencillo que cualquiera podía tocarlo. En cambio, el segundo requería un poquito más de talento musical, si bien tampoco era un tema especialmente exigente o que requiriera demasiado virtuosismo.
La popularidad que logró en México “In-A-Gadda-Da-Vida” fue sorprendente y casi tan grande como la que alcanzarían un año más tarde (y de ai pal real) los Cridens (es decir, Creedence Clearwater Revival, el cuarteto californiano encabezado por John Fogerty). Tan popular fue que en las estaciones capitalinas roqueras de aquellos días (Radio 590, Radio Éxitos, Radio Capital, todas en Amplitud Modulada) no tocaban la versión corta –especial para la radio– de la canción (de poco menos de tres minutitos), sino la larga –larguísima–- de 17:05 minutos, algo inusitado para la época.
Yo mismo, a mis tempranos trece años de edad, ahorré los domingos que me daba mi papá, hasta que pude juntar los cuarenta y cinco pesos que costaba el LP (versión nacional) y me lancé a comprarlo en el legendario Hip-70, cuando todavía estaba a un lado de la Pistahielo Insurgentes (hoy Plaza Inn), en San Ángel. Aún conservo el disco de acetato, ya medio madreadón pero escuchable.
¿De dónde proviene la magia de esa composición, la cual fue también muy gustada en otras partes del mundo? Son varios los elementos que la hicieron tan famosa. En primer lugar, el pegador riff al unísono –en Re menor– del bajo, el órgano y la guitarra, aquel tan-tan-ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta en obstinato que todo roquero que se respete recuerda al dedillo. Luego está el beat lento e hipnótico de toda la pieza, un ritmo repetitivo y envolvente, sosegadamente acompasado, que termina por seducir al escucha. Otro ingrediente es la voz del cantante, Doug Ingle –grave, afectada, teatral, de barítono–, así como las florituras de su órgano –de pronto psicodélico, de pronto barroco, de pronto con aires del Oriente Medio– y están por supuesto los famosos solos: el de guitarra, por el entonces jovencísimo Erik Brann (tenía diecisiete años), limpio, profundo, cuasi hendrixiano, y el que quizás sea el solo de batería más famoso e imitado de la historia (hasta los Beatles lo homenajean en “The End”), obra del chaparrito Ron Bushy (cuyo aspecto físico siempre me recordó a Charles Manson).
Cuenta la leyenda que el nombre original de la canción era “In the Garden of Eden” (En el jardín del Edén), pero que poco antes de la grabación de la misma, en los estudios Ultrasonic de Long Island, en Nueva York (otra versión dice que fue la semana anterior, en la casa de Doug Ingle, en Los Ángeles), los cuatro integrantes del grupo (habrá que mencionar al bajista Lee Dorman) estaban tan ebrios y drogados (cruzados, pues) que cuando Bushy le preguntó desde lejos a Ingle cómo se llamaba su composición, éste respondió entre balbuceos algo tan ininteligible que el baterista entendió “in a gadda da vida” y lo anotó en un papel. Poco después, ya más sobrio, el organista leyó aquel galimatías y el juego de palabras le pareció tan irónico que decidió usarlo. Así quedó para la posteridad.
También se narra que el productor del disco, Jim Hilton, se quedó atorado en un congestionamiento de tránsito y no pudo llegar a tiempo a la grabación, por lo que los integrantes del grupo optaron por realizar, mientras tanto, una prueba de sonido de la pieza. El ingeniero del estudio, Don Casale, tuvo la precaución de grabar aquella prueba, la cual quedó tan bien que no hubo necesidad de repetirla y es la misma toma que el mundo entero conoce.
La letra de la canción no tiene un gran contenido poético que digamos (“In a gadda da vida, honey / don’t you know that I’m loving you”), pero luego de cuatro décadas y media nadie ha levantado una protesta seria al respecto y a nadie parece importarle.
A cuarenta y cinco años de distancia, “In-A-Gadda-Da-Vida” sigue siendo un tema popular y un hito en la historia del rock psicodélico (aunque para algunos es también uno de los primeros antecedentes del heavy metal).
Lee Dorman, el bajista de Iron Butterfly, dijo alguna vez: “No importa lo que me suceda durante el resto de mi vida. Yo sé que he sido parte de algo que hizo historia y esa canción sí que la hizo”.
Tan-tan-ta-ta-ta-ta.
(Publicado hoy en la sección "El ángel exterminador" de Milenio Diario).
2 comentarios:
Solo falto agregarle al texto, las versiones que otros grupos famosos han hecho de la celebre pieza (la mas memorable para mí, ha sido la de Slayer). Lo invito a visitar un blog colectivo en el cual participo http://distopiasensacionaldecultura.blogspot.mx/ y nuestra página de face https://www.facebook.com/DistopiaSensacionalDeCultura ¡Saludos!
Solo falto agregarle al texto, una breve lista de grupos que han hecho un buen cover de la celebre pieza (para mi el mas memorable, el de Slayer). Lo invito a visitar un blog colectivo en el cual participo http://distopiasensacionaldecultura.blogspot.mx/ y nuestra página de face https://www.facebook.com/DistopiaSensacionalDeCultura ¡Saludos!
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