El título de la columna de hoy no se refiere a la preciosa película homónima del gran realizador francés Robert Bresson (todo un clásico del cine del siglo pasado, filmado en 1966), sino a lo que hoy significa descubrir música gracias a las herramientas que proporcionan internet en general y plataformas como YouTube, Spotify, Soundcloud y muchas otras en particular.
Así, por ejemplo, el domingo pasado estaba revisando en mi computadora los discos que muy diversos medios impresos y digitales han designado como los mejores del 2016, cuando en el sitio de la revista británica Uncut vi que enlistaban a una cantautora desconocida para mí, de nombre Amber Arcades. La busqué en Spotify y me puse a escuchar su disco debut, Fading Lines. A decir verdad, no me pareció la gran cosa. Sin embargo, al ver a la derecha de la pantalla la lista “Artistas relacionados” vi que el primero era un grupo llamado Canshaker Pi. No sé por qué, algo me dijo que lo abriera y me topé con un disco homónimo, grabado este año. Darle clic a la primera canción fue lo mejor que pude hacer. De mis audífonos surgió un rock sólido, potente, enérgico y lleno de humor. No pude dejar de escuchar el álbum de principio a fin, sin saber de dónde provenía la sorprendente agrupación. Por supuesto, había que guglearlo, pero la información era escasísima. Sólo después de navegar por distintas páginas pude descubrir que se trata de un cuarteto de la ciudad de Amsterdam, Holanda, que graba para una disquera llamada Excelsior Recordings. Más tarde hallé algunos videos suyos en YouTube y me sorprendió la juventud de sus integrantes, casi adolescentes.
Por supuesto que lo recomiendo a los lectores, sobre todo aquellos que aún aprecien a los grupos que hacen rock de verdad, rock de guitarras, sin mezcolanzas promiscuas y desnaturalizantes.
Di con ellos al azar (random, dirían algunos en inglés). Las maravillas que permite la red.
(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)
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