No, no es que don Peje haya hablado mal de los maeses de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, mejor conocida en los bajos fondos de la polaca nacional como la CNTE, o que haya despotricado porque dichas huestes bloquearon Reforma y el entrañable Nico (me refiero a su chofer, no al señorcito que en Venezuela hace las veces de delirante sucesor de Hugo Chávez) se hubiese quedado atorado con todo y Tsuru en algún embotellamiento.
Tampoco es que los aguerridos manifestantes “comisionados” hayan lanzado alguna crítica contra el patrón de serena Morena o se les haya ocurrido poner en duda su sacro apostolado.
Cuando digo “AMLO Vs. la CNTE” me baso en la declaración que el Secretario de Gobierno del Distrito Federal, Héctor Serrano, emitió el jueves pasado, con la advertencia de que “si los maestros no retiran sus carpas y tiendas de campaña, no habrá condiciones para que el próximo domingo 8 se realice en el Zócalo la concentración a la que convocó el ex candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, contra la reforma energética”. Menudo lío que podría poner en contradicción a dos supuestos aliados y con los pelos de punta al sector extreme de nuestra izquierda.
Al momento de escribir esto, así estaban las cosas. Muy probablemente hoy sábado los maestrines levanten sus cariñosas tiendas (“¿quén pompó?”, preguntaría el propio Andrés Manuel) y dejen libre la (dirían los clásicos) enorme plancha de cemento, a fin de que el tabasqueño regrese al tinglado y trate de arrebatarle a Cuauhtémoc Cárdenas (su inesperado rival) la estafeta de defensor del petróleo mexicano.
Pero no deja de resultar simpática la idea de que los centistas no se quieran quitar y el GDF prohiba el mitin convocado desde hace semanas por los obradoristas. ¿Qué sucedería en ese caso? Se enfrentarían unos contra otros? ¿Se iría AMLO al Hemiciclo a Juárez, el Monumento a la Revolución o el Centro Banamex? ¿Acusaría el de Macuspana a la CNTE de haberse vendido a la mafia en el poder para joderle su mise-en-scène?
Seguro nos quedaremos con las ganas de saberlo. Pero hubiera estado bien padre el desmadre.
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario).
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