De vez en cuando, en el panorama de la música, aparecen proyectos extraordinarios que a pesar de su calidad y originalidad, suelen pasar si no inadvertidos, sí lejos de los principales reflectores y de aquello que convencionalmente se conoce como el mainstream (cualquier cosa que eso signifique).
Esto suele suceder con quienes tienen una propuesta intrincada, metódicamente elaborada, cuidadosamente escrita, arreglada y ejecutada. Al repeler el facilismo de las estructuras conocidas y de los mecanismos que permiten componer música como si se tratara de un producto de maquiladora para ser consumido y desechado de inmediato, al negarse a emprender el camino pavimentado de los grandes escenarios y de la domesticación para ingresar sin problemas a los medios, al demostrar que la popularidad no es asunto que les preocupe, esos músicos saben de antemano que su obra sólo será escuchada y apreciada por unos cuantos y, aún así, a eso le apuestan todo. Un ejemplo de todo esto es el cuarteto británico These New Puritans (aunque eso de cuarteto es un decir, ya que en sus discos suelen rodearse por una buena y diversa cantidad de músicos invitados).
Surgida en 2006 en la ciudad de Southend, Inglaterra, la agrupación hace una música tan elaborada e inasible que clasificarla parecería misión imposible. Sin embargo, habrá que hacer el intento por describir, así sea de manera aproximada, a qué suena esta espléndida propuesta, a mi modo de ver una de las más interesantes de hoy día.
Si con su álbum debut, el peculiar Beat Pyramide (2008), su sonido tenía mucho que ver con cierto dance electrónico (aparte de la clara influencia post-punk de The Fall) y todo parecía indicar que el grupo se dirigía hacia los terrenos de una relativa comercialidad (incluso un año antes hizo una canción bajo pedido, “Navigate, Navigate”, para el diseñador francés Hedi Slimane de la casa Dior, pieza que fue usada en un desfile de modas en París), en su segundo álbum, el extraordinario Hidden (2010), sus integrantes dieron un dramático viraje y sus composiciones se volvieron de pronto más sofisticadas y atmosféricas, más minimalistas y llenas de un peculiar exotismo orquestal. Hidden es una joya, un disco pleno de sorpresas musicales, un arriesgado intento por acercarse al avant-garde pero desde un estilo fresco y novedoso, con constantes cambios armónicos, rupturas rítmicas y un gran énfasis en la sutileza melódica, con un fantástico uso de los coros mixtos y las percusiones.
Para su tercer opus, el reciente Field of Reeds (Infectious, 2013), la agrupación encabezada por los mellizos Jack y George Barnett ha continuado dentro de la línea musical de su trabajo anterior, pero con novedosos elementos que hacen que incluso supere la enorme calidad de lo hecho hace tres años.
Field of Reeds (y lo digo sin ambajes) es una obra maestra del rock actual (si es que la palabra rock le ajusta). Las composiciones son aún más complejas que en Hidden, las estructuras armónicas son más intrincadas, los rompimientos rítmicos son más radicales y las melodías pueden conducirnos, sin solución de continuidad, de una belleza puramente celestial a un escalofrío avernalmente turbador. Hay otra vez mucho de avant-garde, pero también mucho de influencia jazzística, diversos aires provenientes de la mal llamada música clásica y hasta pasajes que parecen ser parte del score de una película inexistente. A eso ayudan las secciones camarales que incluyen ensambles de cuerdas, vientos y metales. Como agradecible cereza del pastel está la voz espléndida de la cantante portuguesa Elisa Rodrigues, quien añade un toque de sensualidad y exquisitez a las piezas en las que interviene. Así, temas como “The Light in Your Name”, “V (Island Song)”, “Spiral”, “Organ Eternal” (para la que fueron a un bosque, a fin de grabar el canto vivo de un halcón), “Dream” o la concluyente y homónima “Field of Reeds” resultan, cada una y en conjunto con todo el disco, verdaderas maravillas de la música contemporánea, composiciones exquisitas, elegantes, dueñas de un minimalismo desafiante que apela lo mismo a la inteligencia del escucha que a su corazón y sus entrañas.
Al lado de agrupaciones como los estadounidenses Dirty Projectors y los canadienses Timber Timbre, These New Puritans se encuentra hoy entre lo más seductor y propositivo de la música (y entre lo más ignorado por los medios tradicionales, como ya mencioné al principio). Fields of Reeds (que bien puede traducirse como Campo de juncos o Cañaveral) representa una oportunidad fantástica para conocer su música, una música que debe escucharse sin prejuicio alguno, música para mentes abiertas.
(Publicado este mes en la revista Nexos No. 429).
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