Creo que ya comenté aquí que para ser más ordenado en mis lecturas y no leer diez o más libros al mismo tiempo (con lo que avanzaba muy poco con cada uno), decidí hace algunos meses limitarme a sólo tres: uno para leer en la noche, en mi cama; otro para leer en la salle de lecture que es mi baño y el otro para leer en el metrobús, el metro, el micro o el taxi. Hasta ahora me ha funcionado muy bien y he logrado terminar varias novelas pendientes y emprender nuevas aventuras como lector.
Sin embargo, no sé qué pasó que de pronto me veo conque tengo dos libros para cada espacio. Para la cama, la biografía de Gustave Flaubert de Jacques Suffel y las últimas páginas de otra bío (o más bien autobío): la de Pete Townshend, Who I Am. Para el baño, La reina del sur de Arturo Pérez-Reverte e Ilusiones perdidas de Honorato de Balzac. Para transporte público, una selección de cuentos mexicanos hecha por Edmundo Valadés y La orgía perpetua de Mario Vargas Llosa. Tendré que dar preferencia a uno de cada par, pero aún no me decido (y todavía me aguardan Memorias de Pancho Villa de Martín Luis Guzmán, Tieta do Agreste de Jorge Amado y las relecturas de El gran Gatsby de Francis Scott Fitzgerald, Madame Bovary de Gustave Flaubert (ambos por segunda ocasión) y El rojo y el negro de Stendhal (por cuarta vez). Será un fin de año felizmente ocupado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario