Aunque juraba y perjuraba que ya la había visto alguna vez, resulta que al ver hoy Patsy mi amor, la película dirigida por Manuel Michel (primo de mi mamá, por cierto) en 1968, me di cuenta de que en realidad jamás la había yo mirado. Lo cual, a final de cuentas, carece de la menor importancia. Lo que sí había hecho es leer la crítica despiadada que le hizo Jorge Ayala Blanco en su libro La búsqueda del cine mexicano (Editorial Posada, 1986) y que era como para alejarse de ella. Sin embargo, la vi y debo decir que no me pareció tan mala.
Digo, es la clásica película mexicana "juvenil" de las que se hicieron tantas a finales de los sesenta y principios de los setenta, llenas de pretensiones intelectuales y culteranas, con referencias literarias y cinematográficas, aunque en el caso de Patsy..., con un énfasis muy especial en el estilo de la nueva ola francesa, tan en boga en aquellos años. La historia de una jovencita de dieciocho años, de la clase alta defeña, que vive en Coyoacán al lado de su padre liberal (su mejor amigo y cómplice) y de su madre convencional y conservadora pero finalmente tolerante, es narrada con un tono que quiere ser natural y termina por ser artificioso (sus juegos de palabras esdrújulas con el papá resultan sangroncísimos). Patsy (una muy joven y bella Ofelia Medina en su debut cinematográfico) tiene tres pretendientes-amantes-novios con los que se divierte sin comprometerse, a pesar de que en especial uno de ellos, el médico interpretado por Héctor Bonilla, quiere algo más serio con ella. Sin embargo, la joven termina por engancharse con un hombre casado (Julio Alemán), de la edad de su progenitor (Joaquín Cordero), pero que no está dispuesto a dejar a su esposa por algo que para él es una mera aventura con una jovencita universitaria que estudia en la facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y toma clases con el poeta Luis Rius (en persona), quien la fascina con sus lecturas de San Juan de la Cruz.
Con argumento nada menos que de Gabriel García Márquez y las actuaciones de Julián Pastor, una guapa y joven Leticia Robles y hasta del pintor Felipe Ehrenberg, la cinta a pesar de todo se deja ver y su ritmo es bueno. Todo lo contrario de la música, verdaderamente mala.
En fin que ahora sí puedo decir que ya vi Patsy mi amor.
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