Terminé de ver los sesenta y seis capítulos que conforman las tres temporadas de la serie española Gran hotel, una emisión de época, con dosis de crimen, suspenso, intriga, ambición, afán de poder, manipulación, engaño, mentira, bajas pasiones, celos, pasión, sexo, amor... y humor. Situada en los inicios del siglo veinte y emparentada si no es que inspirada en la esplendorosa seria de la BBC inglesa Downton Abbey, Gran Hotel es la mar de entretenida, con una serie de personajes que van de lo sublime a lo caricaturesco.
A diferencia del mencionado programa británico, aquí la línea argumental se centra más en lo policiaco, en la investigación de varios asesinatos que se van dando a lo largo de las tres temporadas y que deben resolver el entrañable detective Ayala y su ayudante, el tontísimo Hernando, con la ayuda a veces indeseada de la pareja protagonista: Julio, un empleado del hotel, y Alicia, la guapa hija de la siniestra y despiadada dueña del hotel, doña Teresa Aldecoa, viuda de Alarcón, más la inteligente amiga de Alicia: Maite, interpretada por la preciosa Megan Montaner.
Hay un sinfín de personajes muy bien logrados, varios villanos (unos permanentes, además de doña Teresa, como el terrible Diego Murguía; otros momentáneos) y varios situados del lado de "los buenos", aunque sin caer jamás en el maniqueísmo. Es el caso de Andrés y su madre, doña Ángela. El primero, un tímido e inseguro empleado y la segunda, la gobernanta del hotel (algo así como la severa y tirana cabeza de la servidumbre).
Gran hotel fue un exitazo en España y aquí se puede ver en Netflix. Aunque su humor es fino, de pronto llega a lel absurdo y hay dos o tres situaciones que se resuelven quizá con demasiada facilidad. Pero en general se respeta el tono oscuro, violento e irónico del programa. Lo recomiendo como un eficaz entretenimiento en el que, al final, uno termina encariñado con los entrañables personajes.
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