Hasta donde sé, Andrés Manuel López Obrador no es católico. Cierto que cuando fue jefe de gobierno del DF se llevaba de a cuartos con la alta jerarquía eclesiástica; pero de ahí a practicar la fe católica, pues como que no ha sido lo suyo.
Recuerdo que en 2006 le declaró a Joaquín López Dóriga: “Soy fundamentalmente cristiano, porque me apasiona, me gustan la vida y la obra de Jesús, quien fue perseguido en su tiempo, espiado por los poderosos de su época y lo crucificaron”, pero eso lo dijo para que leyéramos entre líneas que se comparaba nada menos que con Jesucristo (“perseguido en su tiempo”, “espiado por la mafia del poder…, perdón, digo…, por los poderosos de su época”, etcétera). Sin embargo, a Cristo lo siguen no sólo los miembros del catolicismo, sino protestantes, anglicanos, mormones, testigos de Jehová y demás grupos o sectas (de hecho, se dice que AMLO pertenece a una de ellas y que de ahí provienen varias de sus ideas más reaccionarias, como su rechazo a los matrimonios entre personas del mismo sexo o su posición ante el aborto).
En fin, el caso es que no dejó de sorprender, a justos y pecadores, la inaudita presencia de don Peje en el Vaticano, donde además se sacó una selfie con unas muchachonas a su lado y la Basílica de San Pedro como fondo. No sólo eso: cual humilde peregrino, acudió a la asamblea general cotidiana del Santo Padre (como le dicen los católicos) y se acercó a éste para entregarle una carta y una medalla… y tomarse otra selfie –bueno, en sentido estricto no era selfie, pero sí una foto de su saludo al Papa Francisco que raudo y veloz subió a su Facebook (no al del Papa, sino al suyo propio).
Por supuesto ya hay malosos que aseguran que se trata de un acto más dentro de su imparable y eterna campaña electoral y que con su ida al Vaticano (y no a la Vaticueva, como dijo algún sacrílego) busca congraciarse con el amplísimo sector católico de México, en vista a los comicios presidenciales de 2018. Pero yo no lo creo capaz de eso (¿usted sí, suspicaz lector?) y hasta propondría rebautizarlo como San Peje I. Estaría chairo…, perdón, digo.., chido.
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
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