jueves, 25 de mayo de 2017

Sons of Anarchy

Terminé de ver la séptima y última temporada de la serie Sons of Anarchy y tengo sentimiento encontrados. Vi las siete temporadas completas y debo admitir que a pesar de la más que explícita violencia y de toda la podredumbre que presenta tanto del lado de los "representantes de la ley" como de los delincuentes (en este caso, grupos de motociclistas que trafican con armas y drogas, asesinan y ejecutan a mansalva, regentean prostíbulos, corrompen autoridades y lavan dinero con productoras de cine porno, a pesar de su ideología abiertamente fascistoide, la emisión divierte y se vuelve adictiva y uno termina por ver a sus siniestros personajes como tipos y tipas entrañables. Creada, producida y dirigida (incluso actuada en un personaje secundario) por Kurt Sutter, la trama tiene algo de hamletiana y shakespeareana.
  Sons of Anarchy mueve también a la reflexión sobre si estamos ante un retrato real de lo que sucede en los Estados Unidos con las bandas del crimen organizado y la cantidad de gente que muere por su causa, algo muy parecido a lo que pasa hoy día en nuestro país. Quizás allá no se le da tanta difusión como hacen los medios de este lado de la frontera, aunque estos Hijos de la Anarquía sí que lo difunden.

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