martes, 23 de mayo de 2017

Taxonomía del rockcito (y III)

Para terminar con nuestra sesuda investigación taxonómica sobre el rockcito, iniciada hace dos martes y continuada hace uno, he aquí otras derivaciones de este interesante y simpático género que tan fructíferamente se ha dado en México.

El rockcito revival. Dícese del rockcito que practican los grupos y solistas que alguna vez tuvieron épocas de gloria (es un decir) y que hoy viven de las mismas, mamando de las ubres de su pasado, incapaces de escribir nuevas canciones con una calidad (es otro decir) similar o al menos aproximada a las de sus tiempos iniciales. ¿Necesito poner ejemplos?

El rockcito mexican curious. Es el que mete como calzador elementos musicales provenientes del más pintoresco y chafa folclor mexicanista, desde las chirimías y los teponaxtles nahuatlacas, hasta las trompetas disonantes y discordantes del mariachi en su versión más garibaldesca. Algunos incluso se atavían con elementos que suponen sacados de los trajes regionales. Pero dicen que es rock.

El rockcito emo-chogueis. Muchos grupos urbanos de clase media con aspiraciones primermundistas se enfrascan en este ruidoso concepto que cubre con “paredes de sonido” (así le llaman al ruido sin sentido) su incapacidad para componer buenas melodías y armonías. En sus presentaciones son hoscos y evitan cualquier comunicación con el público. Suelen mirarse entre ellos o clavar la vista en el piso. Sus vocalistas cantan con puras consonantes y no se les entiende ni pío. Normalmente tocan para una veintena de sus cuates.

El rockcito chairo. Es el más rentable de los infragéneros del rockcito: no importan las canciones sino los lemas y consignas que se gritan con fingida rabia y falsísima indignación. Oponerse al gobierno vende, ser panfletario arrasta multitudes de esas que gustan de acudir a las marchas por Reforma y apoyar las causas aprobadas por la clerecía morenaica y difundidas por medios como La Jornada, Aristegui Noticias, SinEmbargo y Proceso. ¡Ese rockcito sí se ve!

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)

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