No abundan en México las novelas que tengan como telón de fondo el ambiente del rock local. Eso tal vez se debe a que muchas actitudes de sus apóstoles se acogen más a cartabones caricaturescos y por lo tanto no hay escritor capaz de registrar con fidelidad tan colorido mundo.
Sin embargo, Hugo García Michel (1955) ha pasado mucho tiempo inmiscuido en esos terrenos y ahora, con el fin de lanzar dardos en varios traseros, así como soltar la pluma para referirse a la siempre inalcanzable mujer ideal (¿musa o vecina? Eso le toca al lector averiguarlo), escribió Matar por Ángela (Sansores y Aljure), relato que da cuenta de las andanzas de un reportero de música que se enamora de una veinteañera aliada el zapatismo, fotógrafa con corazón y cuerpo de condominio que utiliza y explota al pobre de Humberto Gazca, convirtiéndolo en inválido emocional.
Teniendo como comparsas a músicos y otros reporteros del medio (los amigos llevan sus nombres reales, los antipáticos al autor llevan seudónimos. ¿Miedito a la verdad?), el personaje –que muchos verán como alter ego de García Michel– no ha evitado caer en los mismos vicios que ve en sus enemigos: bajo cualquier situación comienza a citar discos, canciones y películas (sin pasar nunca del pellejo) y a sus ojos todos los que no piensan como él son unos imbéciles.
¿Será así, en la vida real, el director de La Mosca en la Pared? Si quiere averiguarlo, asista hoy a la presentación de Matar por Ángela, donde intervendrán Julieta Venegas, Sergio González Rodríguez, Fedro Carlos Guillén y el autor.
(Crítica de mi novela Matar por Ángela que fue publicada en el diario La Crónica, el 26 de marzo de 1988, justo el día de su presentación en la librería El Péndulo de Polanco. El autor del texto, por cierto, es anónimo o sea que nunca he sabido quién lo escribió).
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