miércoles, 7 de marzo de 2018

La crisis de los 30 es como un saco de pulgas

“I’m not obsessed with sex,
I just can’t stop thinking about”.

Fleabag.

Las series inglesas suelen ser otra cosa. Si en los Estados Unidos tienen Girls, una estupenda emisión de HBO que completó nueve temporadas para decirnos lo que viven, lo que sienten, lo que piensan, lo que aman, lo que odian las mujeres de la llamada generación milleniall, en el Reino Unido les bastó con una temporada de seis escasos aunque magníficos capítulos de Fleabag para mostrarnos exactamente lo mismo, pero con una visión y un lenguaje por entero distintos.
  ¿Es entonces Fleabag mejor que Girls? No necesariamente. Se trata tan sólo de una propuesta muy diferente y con ese toque tan singular y característico del humor británico.
  Escrita y protagonizada por Phoebe Waller-Bridge y producida por BBC 3, Fleabag (“Saco de pulgas”) cuenta –en tono de comedia negra, cruda y hasta guarra– la historia de una mujer que acaba de cumplir los 30 años y vive una crisis que abarca lo existencial, lo laboral, lo familiar, lo sexual y, por supuesto, lo amoroso. ¿Que estos son lugares comunes de muchísimas series? Cierto. Pero aquí no existe el glamour y los problemas cotidianos se cuentan con una naturalidad y un desenfado pasmosos, incluso en sus instantes más patéticos, con lo que se logra provocar la sonrisa a la vez cómplice y nerviosa del espectador.
  Sin temor a caer en la incorrección política –de hecho es esa una de sus principales virtudes–, la serie nos muestra la vida diaria de Fleabag y de los personajes que la rodean, en especial su lamentable familia (limitada a un padre mediocre y apocado, una madrastra déspota y odiosa, una hermana neurótica y aprensiva y un cuñado mórbido y acosador), su mejor amiga (a la que vemos sólo en flashbacks, ya que murió de la manera más absurda, en una loca circunstancia que involucra a un novio infiel y a una mascota: un conejillo de Indias) y sus diferentes amantes y pretendientes (a cuál más oligofrénico y patán).
  Dueña de una cafetería que es un fracaso, casi siempre sin dinero y sin una relación estable, Fleabag sin embargo trata de ser optimista (¿o resignada?) y sus miradas hacia la cámara, cada vez que le sucede algo comprometedor o incómodo, hacen que nos sintamos muy cerca de ella. El manejo gestual de Phoebe Waller-Bridge es tan bueno que nos involucra con su personaje y nos hace sonreírle (cuando no carcajearnos) frente a las muchas ridículas circunstancias que afronta en el día a día, ya sea un mal encuentro sexual o un enfrentamiento con su madrastra (interpretada por otra actriz sensacional: Olivia Colman, la Sophie Chapman de la delirante serie The Peep Show).
  Los seis capítulos de Fleabag (de escasos 26 minutos cada uno) no tienen desperdicio (una mujer que se masturba mientras ve discursos de Barack Obama algo debe tener de interesante) y su sentido del humor resulta tan poco convencional que ciertamente no es apto para sensibilidades convencionales.
  Puede ver la serie en Amazon Prime Video y disfrutar el peculiar talento de Phoebe Waller-Bridge quien, por cierto, ya anunció que habrá una segunda temporada.

(Texto que escribí para el sitio Sugar & Spice)

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