A pesar de que se trata de un álbum muy variado y que en su momento hacía complicado adivinar hacia dónde se dirigía la música del grupo, estamos ante un gran disco. Estas sombras del púrpura profundo están conformadas por ocho temas estupendos que coquetean mucho más con el pop sesentero, la psicodelia y el apenas en ciernes rock progresivo de aquellos años que con el rock duro y casi metalero que caracterizaría a Deep Purple a partir de la siguientre década.
Con su primera formación (la Mark I), el quinteto arrancaba una larguísima carrera que rendiría frutos musicales extraordinarios. Shades of Deep Purple –grabado en escasos tres días– inicia con “And the Address” una interesante pieza instrumental muy cercana al progresivo que da paso al primer gran golpe del grupo, su versión a “Hush”, una canción country de la autoría de Joe South y que en manos de Jon Lord, Ritchie Blackmore y compañía recibió un fenomenal arreglo y se convirtió en uno de las grandes y más memorables temas del rock de los sesenta. Por su parte “One More Rainy Days” es una clásica canción pop de aquellos días, con la voz de Rod Evans en su plenitud melódica. El primer lado del larga duración original concluye con otro cover que en manos de esta agrupación se convirtió en clásico. Me refiero a ese gran blues de Skip James que es “I’m So Glad” y del cual Cream también hizo una versión excelente. Deep Purple, sin embargo, lo hizo crecer a niveles astrales, sobre todo con la fastuosa introducción (“Prelude: Hapiness”), inolvidable.
El lado B comienza con el corte más premetalero del disco. “Mandrake Root” seduce desde que inicia, aunque el riff de Blackmore no deja de recordar a “Foxy Lady” de Jimi Hendrix. Un nuevo tema ajeno, en este caso “Help” de Lennon y McCartney, recibe un tratamiento magnífico hasta convertirlo en una canción de pausada psicodelia. Tal vez el corte menos brillante sea “Love Help Me”, composición propia que casi transcurre inadvertida.
Shades of Deep Purple concluye con el postrer tema ajeno, el tradicional “Hey Joe” que aquí cobra aires un poco grandilocuentes al querer darle un toque pretenciosamente españolizado (como la “Spanish Caravan” de los Doors). Con todo, un álbum más que disfrutable en su esencia sesentera.
(Reseña que escribí para el Especial No. 34 de La Mosca en la Pared, dedicado a Deep Purple y publicado en octubre de 2006)
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