El domingo uno de julio de 2012 fue un día histórico para
México. El rito de la elección democrática de un nuevo presidente se reproducía
de nuevo seis años después y volverá a tener lugar, otra vez, dentro de seis
años y así sucesivamente, mientras el sistema democrático sea el que rija
en ese país.
Ésta es la grandeza de la democracia representativa. Los
millones de mexicanos y mexicanas, libremente, a pesar de los tiempos aciagos
que se viven a nivel nacional, concurrieron con la sana intención de ejercer su
derecho al voto, depositándolo en las urnas.
La limpieza
de todo proceso electoral en una democracia resulta fundamental porque, si
existiera fraude, se estaría cometiendo la mayor traición al pueblo, de modo
similar a la que representaría un golpe de Estado.
Y es
precisamente eso lo que ha cuestionado el segundo candidato más votado, Andrés
Manuel López Obrador, candidato del PRD. Para hacer una acusación de tamaño
calibre, quien la hace, aunque comúnmente se acepte en la ciudadanía que los
políticos pueden decir casi todo, porque todo se les perdona, debería disponer
no solo de indicios, sino de unas pruebas contundentes y definitivas.
Pruebas que, además, deberían haber sido puestas de
manifiesto ante quien tiene que dirimir si el reproche es o no fundamentado.
Actuar de otra forma demostraría una intención manifiesta de torcer la voluntad
popular porque no has sido el elegido.
En una
ocasión, hace años, estuve con AMLO, a la sazón jefe de Gobierno del Distrito
Federal, en 2004, y me pareció una persona profundamente demócrata y seria, con
unas ideas novedosas y diferentes a las que defendían las recetas
tradicionales.
Hace un
año, tuve ocasión de desayunar con el precandidato entonces del PRI, Enrique
Peña Nieto. En esa ocasión, me dio la impresión de que se trataba de una
persona de firmes convicciones democráticas y con la clara decisión de apostar
por un cambio profundo en México, si llegaba al poder.
No he
vuelto a hablar con ninguno de ambos hasta hoy. Quizá por ello me permito
emitir un juicio sobre lo que está ocurriendo después de la victoria por siete
puntos porcentuales de diferencia del primero sobre el segundo y los amagos y
la decisión encubierta de éste de cuestionar los resultados electorales
producidos.
La
diferencia es tan abrumadora, varios millones de votos en favor de Peña Nieto,
que debería de ser suficiente argumento para acallar las protestas y para no
revivir los tristes episodios del año 2006.
En aquella ocasión, el margen fue mínimo y por ello,
millones de ciudadanos/as cuestionaron la elección de Felipe Calderón; ahora,
el mismo protagonista, de nuevo perdedor, retoma la bandera de la duda y la
acusación, sin aportar las pruebas que acrediten la grave imputación que
hace.
Andrés
Manuel López Obrador, en vez de reconocer la derrota y saludar al contrario,
ofreciéndose al mismo, como ha hecho la tercera de los candidatos, Josefina
Vázquez Mota, para afrontar los difíciles retos que aguardan a México, ha
decidido, de nuevo, sembrar el desconcierto apoyado, en esta ocasión, por las
redes sociales y movimientos ciudadanos afines al mismo, para cuestionar no
sólo la elección sino al propio sistema, en una suerte de decisión revolucionaria
sin retorno ni justificación aparente.
Por su
parte, el candidato ganador, frente a la “marabunta” que se le ha venido encima
después de obtener legítimamente la elección, ha optado por una actitud
prudente, casi podría decirse que humilde, descargada de la soberbia que
normalmente suele acompañar al que obtiene la victoria.
Sus
palabras de agradecimiento al pueblo mexicano por “esta segunda oportunidad”
que da al PRI y la contundencia de su mensaje en favor de la democracia, la
libertad y la transparencia, han sorprendido a muchos que se han quedado
descolocados al no coincidir lo que vaticinaban con lo que está sucediendo.
Y, sobre
todo, indican el firme propósito de gobernar de una forma diferente a aquella
que afirman los que le cuestionan, no por sus deméritos, sino por los que en el
pasado acumuló el partido al que pertenece.
Entre uno y
otro perfil de los contendientes, debo decir que, a pesar de que mis ideas me
sitúan claramente en el espectro de la izquierda y por ello, teóricamente, debería
estar más próximo al perdedor que al ganador, mi reconocimiento se concentra en
favor de la mesura y el compromiso por México y mi crítica clara y definitiva
va para quien no asume la nueva realidad política de un país que, habiéndole
otorgado un gran respaldo, no le ha dado la confianza mayoritaria para
dirigirlo.
El proceder
de un país en el que durante cuarenta años vivimos lastrados por la dictadura, me
hace valorar mucho más la democracia y los valores que la integran y por ello
me tomo muy en serio los resultados electorales y me abstengo de cuestionarlos
si no dispongo de pruebas contundentes.
Saber ganar
es difícil, pero mucho más complicado es saber perder asumiendo la victoria del
contrario y la derrota propia.
En esta
tesitura, quien no ha logrado convencer suficientemente de su programa, debe
dejar paso y demostrar el liderazgo ante los millones de personas que le
votaron, lo que supone abandonar “el autismo” político en el que se halla para
evitar el empeoramiento del estado de cosas actual.
Requerir a
aquellos que creyeron en su oferta electoral para que abandonen el camino a
ninguna parte iniciado y que lidere esa masa crítica exigiendo al nuevo
presidente el cumplimiento de lo prometido.
Y que su
forma de gobernar se dirija a la defensa de todos los derechos de los/as
ciudadanos/as mexicanos/as, sin partidismos, sin sectarismos y exigiéndole que
convoque a todos a derrotar las lacras que perturban y asolan al país y a su gente.
En la
coyuntura histórica en la que se encuentra México, toda la ciudadanía y las
estructuras políticas, sindicales, empresariales y de la sociedad civil
organizada deben combinar sus esfuerzos y contribuir a que el nuevo presidente
halle el camino de la esperanza, haciendo honor a la confianza mayoritaria
recibida por una parte del pueblo para dirigir a la integralidad del
mismo.
El tiempo,
decía Voltaire, es el mejor juez porque coloca a cada uno en el lugar que le
corresponde. Por ello, es tiempo de dar una oportunidad a quien ofrece su
entrega para dirigir los destinos de México, pero también lo es para que los/as
ciudadanos/as abandonen su ancestral indiferencia y reivindiquen el lugar que
les corresponde, exigiendo a aquel que cumpla y asumiendo un papel proactivo en
la reconstrucción de una nueva democracia, más equitativa, más transparente,
más segura y más libre.
*Baltasar Garzón, ex magistrado y abogado español que logró el encarcelamiento de Augusto Pinochet. El texto fue publicado hoy por el diario El País de España.
3 comentarios:
De todo lo que dice el señor Garzón, me quedo sólo con lo que dice en el último párrafo. Pues si bien es evidente que los votos le favorecen al candidato del PRI, también lo es que no fue una elección equitativa y libre como lo dice la Constitución, pues se esta documentando ampliamente, inclusive dese antes de la elección la exposición en los medios principalmente en Televisa de EPN, con un plan que se gesto desde hace poco más de cinco años, así como la compra masiva de votos, la creación de empresas fantasmas para mover una gran cantidad de recursos económicos, gastando a mi entender una cantidad inmoral de dinero, en un país sumido mayoritariamente en la pobreza extrema.
Tristemente lo único que podrá ocurrir es que se le impondrá al PRI, una multa por rebasar el tope de gastos de campaña. Lo único que nos queda como sociedad, es estar muy atenta al trabajo y desempaño del candidato y virtual presidente EPN, para que este país camine por una mejor senda.
Saludos de un fiel lector de "La Mosca en la Pared".
Miguel Franco.
De todo lo que dice el señor Garzón, me quedo sólo con lo que dice en el último párrafo. Pues si bien es evidente que los votos le favorecen al candidato del PRI, también lo es que no fue una elección equitativa y libre como lo dice la Constitución, pues se esta documentando ampliamente, inclusive dese antes de la elección la exposición en los medios principalmente en Televisa de EPN, con un plan que se gesto desde hace poco más de cinco años, así como la compra masiva de votos, la creación de empresas fantasmas para mover una gran cantidad de recursos económicos, gastando a mi entender una cantidad inmoral de dinero, en un país sumido mayoritariamente en la pobreza extrema.
Tristemente lo único que podrá ocurrir es que se le impondrá al PRI, una multa por rebasar el tope de gastos de campaña. Lo único que nos queda como sociedad, es estar muy atenta al trabajo y desempaño del candidato y virtual presidente EPN, para que este país camine por una mejor senda.
Saludos de un fiel lector de "La Mosca en la Pared".
Miguel Franco.
Para empezar saludos Hugo y se agradece que hayas publicado en tu blog las palabras de Baltasar Garsón y lo que puedo preguntar es ¿Desde cuándo Baltazar le rinde pleitesía al PRI? Antes debería cuestionar porque millones de mexicanos votaron de nuevo por el PRI a pesar de que hayan ellos junto con el PAN avalado el incremento de las gasolinas cada mes y de toda la historia truculenta que los ha caracterizado en contra de la población mexicana (represiones, devaluaciones, manipulaciones, censura y demás monadas) Ya me imaginaba a Garzón con un ramo de rosas entregándoselo al PRI jejeje. Es triste saber que muchos estén ciegos y desmemoriados y todavía defiendan lo indefendible y se ofendan que uno cuestione a las elecciones, al sistema político mexicano y a sus ciudadanos que no tienen memoria histórica y que indica que hay masoquismo colectivo :S En fin, es una lástima que Baltasar se trague también el cuento que ha inventado las grandes cadenas de televisión. Saludos.
Pdta. Ya no seas tan barbero con el PRI muchacho =D
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