Para todas aquellas grandes superestrellas del rock que no murieron a los veintisiete años y que a pesar de ello se convirtieron en leyendas, sobrevivir al paso del tiempo debió ser una tarea tan titánica como pesada. No es lo mismo sufrir la suerte de un Jimi Hendrix, un Jim Morrison, una Janis Joplin, un Brian Jones, un Sid Vicious o un Kurt Cobain, quienes abandonaron al mundo de manera trágica, cuando se encontraban en la cumbre de sus carreras artísticas, que sobrepasar esa edad y seguir viviendo hasta convertirse en hombres y mujeres maduros o, peor aún, hasta alcanzar la tan temida tercera edad (a Pete Townshend, por ejemplo, a sus sesenta y siete años, parece haberle caído la maldición de su propia composición “My Generation”, cuando decía: “Prefiero morir antes que envejecer”).
¿Se puede ser viejo y seguir rocanroleando? Esto que parecía un contrasentido en los años sesenta y setenta, hoy es una realidad felizmente comprobada por espléndidos carcamanes como Neil Young, Bob Dylan, Van Morrison, Leonard Cohen, Ray Davies, Brian Wilson o los mismísimos Rolling Stones, quienes no sólo siguen activos sino en plenitud de facultades, como lo comprueban los más recientes discos de la mayor parte de ellos.
Sin embargo, de diez años a la fecha (para ser exactos, desde la grabación de su disco Reality de 2003), el veterano y celebérrimo autor, cantante y actor londinense David Bowie había desaparecido por completo de la luz pública. Poco (por no decir que nada) se sabía de él. Los rumores corrían y mientras algunos hablaban de un ataque cardiaco sufrido en 2004, otros más aseguraban que el hombre permanecía oculto debido a la notable obesidad que padecía. Rumores al fin y al cabo. Nada comprobado o comprobable.
Lo que hoy se sabe, sin embargo, es que desde finales de 2010, el famoso Camaleón o Ziggy o Duque Blanco o cualquier mote que le quiera usted poner, convocó, en el más absoluto de los secretos, a algunos amigos suyos, todos ellos músicos de primerísimo nivel, para grabar una buena cantidad de canciones que había compuesto. La condición fue que no revelaran cosa alguna y que manejaran las cosas con el mayor sigilo.
No sé cómo, pero lo logró de manera absoluta. A lo largo de dos años, se reunió confidencialmente, en el estudio The Magic Shop de Nueva York, con gente como el tecladista Tony Visconti, el baterista Sterling Campbell y el guitarrista Jerry Leonard para ir grabando los temas.
Cuenta Visconti, en una entrevista para el diario inglés The Guardian, que no se sintió sorprendido cuando Bowie lo llamó: “A pesar de que David me había dicho, apenas en 2009, que ya no estaba interesado en hacer música y que llevaba largo tiempo sin escribir una sola canción, creo que me estaba engañando. Pero bueno, él es un artista y es imposible que su creatividad se detenga”. Comenta el músico que en total grabaron veintinueve canciones, aunque se desecharon varias. “Incluso la edición de lujo sólo tendrá diecisiete cortes. Se dejaron afuera temas realmente grandiosos. Habrá que incluirlos en otro álbum y tal vez este mismo año David regrese al estudio”.
El pasado 8 de enero, día del cumpleaños sesenta y seis del propio Bowie, el mundo entero se sacudió con la súbita aparición del sencillo “Where Are We Now”, una canción llena de melancolía, en cuyo video se ve a un David Bowie triste y hasta deprimido. “Pero esto no significa que él se encuentre en una situación emocional mala”, ha afirmado Tony Visconti. “Todo lo contrario. En el disco hay incluso cuatro o cinco cortes realmente rocanroleros, estruendosos, y si en la pieza que se dio a conocer su voz suena casi susurrante, en otras canta tan fuerte que teníamos que salirnos del estudio para que no nos dejara sordos”.
El título del nuevo plato es The Next Day y saldrá en marzo próximo. ¿Se trata de un álbum de despedida? Visconti no lo cree así y piensa que más bien estamos ante un nuevo comienzo en la carrera de Bowie.
Respecto a la posibilidad de que este mismo año el cantante inicie una gira promocional para el disco, uno de sus músicos más allegados, el estadounidense Earl Slick, quien también participa en The Next Day, dice que a él en lo personal le encantaría. “Pero todos los que lo conocemos de cerca sabemos que David puede cambiar de opinion”. La última vez que estuvo en contacto con él fue por medio de un e-mail: “Me mandó un correo en el que me decía ‘Gracias por mantener la boca cerrada’. Bowie me conoce bien. Soy un italiano de Brooklyn, ¿sabes lo que eso significa? Que hablo hasta por los pinches codos. Pero esta vez supe guardar el secreto y nada dije acerca del disco”.
(Publicado el pasado 16 de enero en la sección "El ángel exterminador" de Milenio Diario).
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