Ya se sabe que los políticos son como el caballo de Atila, el Huno, que donde ponía una pata no volvía a crecer la hierba. Esto resulta especialmente serio en asuntos de lenguaje, donde al igual que los tecnócratas, los hombres dedicados a la política han causado francos estragos. El uso de neologismos sacados de manera arbitraria del idioma inglés ha hecho que la lengua española se vea corrompida día con día por términos verdaderamente espantosos. Algunos llaman a esto evolución, cuando en realidad se trata de un empobrecimiento expresivo que se propaga en la sociedad a través de los medios de comunicación.
Hace algunos años estuvo en México Alex Grijelmo, escritor y periodista español, para presentar su libro Defensa apasionada del idioma español, contribución muy valiosa para el estudio de una circunstancia que se vuelve alarmante y es que si antes el lenguaje de los políticos era en extremo florido, cursilísimo, rococó, cantinflesco, cuando menos recurría a palabras que pertenecían a nuestra lengua. Sin embargo, a partir de que los tecnócratas tomaron el poder en el sexenio de Miguel de la Madrid (y hasta la fecha), los discursos de funcionarios gubernamentales, legisladores y hasta del presidente municipal del ayuntamiento más rascuache adoptaron una nueva terminología en la cual vocablos como "implementación", "mentalizar", “empoderar”, "recepcionar", "posicionar", etcétera, se volvieron moneda corriente. Esta palabrería bastarda no tardó en contaminar a los medios. Primero, los locutores y lectores de noticias de la televisión y la radio y, más tarde, los redactores y editorialistas de diarios y revistas hicieron suyas tales voces, hasta convertirlas en parte del lenguaje hablado de mucha gente, en especial la que conforma a la opinión pública (torpe y pleonásticamente llamada sociedad civil).
Hoy día, el español que se habla en México es más pobre que el de hace veinte o treinta años. Resulta normal, por ejemplo, hablar de moda "casual", cuando la palabra correcta es "informal" o el horrible verbo "promocionar", tan utilizado entre quienes escriben de cultura y espectáculos, en lugar del impecable "promover" y es que con la generalización del uso de las computadores y sobre todo de internet, los neologismos más espantosos han tomado carta de naturalización entre las nuevas generaciones. Chatear, cliquear, deletear, meilear, resetear, ¡stalkear!, son términos para los cuales el idioma español tiene equivalentes igualmente útiles, idénticamente prácticos e infinitamente más bellos.
El español que hablamos en México se deteriora por la creciente preponderancia del inglés, sí, mas también se ve erosionado -qué paradoja- por la influencia del español que se habla en España y en Argentina. Pero eso será materia de la cual escribiré otro día.
(Versión actualizada de un artículo que publiqué en Milenio Diario hace más de una década).
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