sábado, 12 de enero de 2013
¿Va el PRI por el DF?
La pregunta parece vana, absurda, digna apenas de un mal chiste. ¿Que el Partido Revolucionario Institucional vuelva a gobernar al Distrito Federal? Es de risa loca, dirán unos. Ni en el más guajiro de los sueños, comentaran otros. La mayoría de los defeños jamás votaría por los priistas, agregaran algunos más y sin embargo…
En realidad, la posibilidad de que el PRI recupere la capital de la república no parece tan descabellada. Si el partido tricolor fue capaz de hacerse de nueva cuenta de la presidencia de la república, luego de dos larguísimos y pesarosos sexenios panistas, ¿por qué no habría de hacer lo mismo en esta ciudad cosmopolita, abierta, liberal y supuestamente izquierdosa?
Por lo pronto, ya a finales de diciembre pasado el gobierno federal logró hacerse presente en el DF, cuando la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles, en algún tiempo jefa de gobierno capitalina, se unió a su homóloga defeña, Rosa Icela Rodríguez, para poner en marcha un programa de apoyo a las clases necesitadas que sufrían el frío invernal.
Mientras tanto, ex perredistas de amplia influencia en ciertas zonas de la ciudad, como la delegación Iztapalapa, hoy son gente cercana a Enrique Peña Nieto. Hablo de René Arce y Víctor Hugo Círigo, quienes, según se sabe, están conformando un nuevo partido político con la mira puesta en el DF, proyecto apoyado por el presidente.
Por otro lado, el propio PRD ha ido perdiendo simpatías de los habitantes de la mal llamada Ciudad de México, debido a la libertad de acción con que cuenta gente de tan mala fama como René Bejarano y Dolores Padierna, para no hablar de las reticencias que despierta el propio Andrés Manuel López Obrador.
Si a esto le sumamos el incierto comienzo del gobierno de Miguel Ángel Mancera, quien no ha sabido refrendar aún el entusiasmo que consiguiera al ganar las pasadas elecciones y cuyo equipo provoca algunas dudas y suspicacias, el caldo de cultivo para un eventual regreso del PRI a la capital luce más o menos propicio.
Ya veremos cómo camina todo de aquí a 2015, año de elecciones intermedias y de cambios delegacionales. Serán tres años clave.
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario).
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