miércoles, 25 de septiembre de 2013

El sobrio retorno de Nine Inch Nails

En ocasiones, la sobriedad y la vida en familia pagan buenos dividendos. Sobre todo cuando se ha tenido una existencia extremosa, torturante, llena de adicciones de todo tipo y de una actitud furiosa contra la vida.
  Lo anterior lo podría firmar Trent Reznor en este treceavo año del nuevo siglo, este 2013 que está viendo su regreso al frente de su proyecto vital, ese máquina implacable de hacer música y ruido (o mejor aún: ruido musical) que es Nine Inch Nails (NIN). Amante de las largas aunque relativas ausencias, estuvo fuera de cuadro durante cinco años entre su fenomenal álbum debut, Pretty Hate Machine de 1989 y su no menos impactante sucesor: The Downward Spiral de 1994. Otro lustro tuvo que pasar para que apareciera su tercer opus, The Fragile (1999) y seis años para que sacara With Teeth (2005).
  Esta vez el lapso fue nuevamente de cinco años, luego de que en 2008 se editara The Slip. Pero digo que se trata de ausencias relativas porque, como bien se sabe, Reznor es un tipo hiperactivo, un obsesivo workaholic que no puede dejar de hacer cosas. Así, en estos recientes años realizó el score de la película The Social Network de David Fincher (2010) y puso en circulación un proyecto alterno, el estupendo y espectacular How to Destroy Angels, al lado de su camarada de mil aventuras musicales, Atticus Ross, y de la cantante filipina Mariqueen Maandig. Apenas hace unos meses apareció su excelente disco debut Welcome Oblivion y es de esperar que con el tiempo haya más trabajos discográficos de este trío (que en concierto se desdobla en quinteto).
  Abrí este artículo con la mención del cambio que Trent Reznor tuvo en su vida personal y es que hace cuatro años contrajo matrimonio con la guapísima Mariqueen y la pareja ya tiene dos hijos. Esto que podría resultar intrascendente para analizar la obra de este músico, en realidad tiene una gran importancia, ya que luego de años de excesos de todo tipo, el buen Trent se convirtió no sólo en un buen marido y dedicado padre de familia, sino en un hombre sobrio y alejado de los vicios que lo aquejaban. De hecho, Hesitation Marks, su nuevo plato, es el primero que produce bajo esta nueva perspectiva existencial y ello puede notarse a lo largo de los catorce cortes que conforman el álbum (el propio título del disco, que podría traducirse como La vacilación marca o Las marcas de la duda, dice mucho de ello).
  Desde todo punto de vista, Hesitation Marks es una obra extraordinaria. Inscrita dentro del rock industrial que NIN ha hecho desde sus inicios, se trata de un trabajo que ofrece algunos matices, especialmente en el aspecto melódico. Pero no se malentienda: no es que Reznor haya claudicado por azares de la vida familiar y se haya ablandado. En absoluto. El disco es duro, es oscuro, es espeso, es contundente y se emparenta sobre todo con sus más lejanos antecesores (en especial Pretty Hate MachineThe Downward Spiral), aun cuando la rabia imparable de aquellos tiempos haya sido sustituida esta vez por una especie de sabia contención que sin despojar de su filo crítico a las composiciones, las equilibra y las enriquece.
  El álbum cuenta con la colaboración de músicos invitados, algunos tan legendarios como Adrian Belew (King Crimson) y Lindsay Buckingham (Fleetwood Mac), mientras que el no menos mítico Todd Rundgren remezcla el tema “All Time Low” en el disco extra que contiene la edición especial.
  Hay en Hesitation Marks temas fuera de serie como “Copy of A”, “While I’m Still Here”, “Find My Way”, “Disappointed” o “Came Back Haunted”. Mención especial merece “Everything”, una composición que podría parecer ajena y hasta como un cuerpo extraño dentro de la obra toda de NIN. Se trata de un rock seco y desatado que nada tiene que ver con el industrial y se acerca más al new wave de hace treinta años. “Ayer descubrí que el mundo se estaba acabando”, canta ahí Reznor y resulta hasta divertido escuchar un corte de ese tipo dentro de un disco de Nine Inch Nails (será interesante conocer la reacción de sus seguidores más recalcitrantes y ortodoxos).
  En una escena tan replegada como la del rock actual que, a pesar de la calidad de muchos de sus personeros, parece esconderse detrás de etiquetas hipsters que no hacen sino mantenerla alejada de los medios (como el indie, el post rock o el alt-lo que se quiera), el nuevo disco de NIN resuena tan ensordecedor como un gong y viene a demostrar que hay quienes vuelven por sus fueros, como Trent Reznor, y lo hacen con verdaderas obras de arte, como este Hesitation Marks.