domingo, 20 de noviembre de 2016

Sobre el fino arte de amarrarse las agujetas

Hubo un hecho que me marco de por vida. Más bien una falta de hecho, una ausencia del mismo: nunca alguien me enseñó a atarme las agujetas de los zapatos.
  Parece cosa nimia, mas no lo es.
  Por alguna extraña razón, a mi papá y a mi mamá nunca se les ocurrió adiestrarme en tan trascendente actividad.
  De muy chico, ellos se encargaban de amarrarlas o de plano me compraban zapatos tipo mocasín.
  El hecho es que de algún modo tuve que ingeniármelas y entonces desarrollé una manera de atar las agujetas que nadie en el planeta posee.
  No me pidan que les explique cómo es. La cosa es que desde que empecé a amarrármelas, todo mundo que me veía se quedaba atónito y me hacía la misma pregunta: ¿por qué te amarras las agujetas así?
  Algunos incluso me pedían que lo hiciera varias veces y les causaba risa.
  Y así siguió mi vida y ahora, a mis 61 años de edad, sigo atándome las agujetas como Dios o la vida o el destino me dieron a entender. Y es mi manera normal de hacerlo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Puedo saber como??