sábado, 8 de diciembre de 2018

AMLO y la militarización

A lo largo de su campaña en pos de la presidencia, una de las cosas que caracterizaron a Andrés Manuel López Obrador fue su crítica y hasta sus insultos contra el Ejército y la Marina de México. Varias veces llegó a acusarlos de asesinos y corruptos y cuando ganó las elecciones de julio pasado, se preveía una relación tensa y difícil entre el entonces presidente electo y las fuerzas armadas. Más aún cuando el tabasqueño había anunciado la creación de la Guardia Nacional, a la cabeza de la cual estaría un civil, el secretario de Seguridad Alfonso Durazo.
  El conflicto sin embargo no escaló y hoy todo parece indicar que la relación del presidente de la república con los militares es tersa y estrecha. ¿A qué se debió este cambio?
  A fines de octubre pasado, López Obrador se reunió a puerta cerrada con el todavía secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos. ¿De qué se habló en esa reunión? ¿Qué les dijo el hoy mandatario a los militares y, sobre todo, qué le dijeron éstos a él?
  Muy poco se ha hablado al respecto. Sin embargo, el 25 de noviembre se dio un inédito y sorprendente acto en el Campo Militar No. 1, en el que el aún presidente electo habló ante personal del Ejército, la Marina, la Fuerza Aérea, la Policía Militar y los Guardias Presidenciales. Ahí les pidió que se integraran a la Guardia Nacional, la cual poco después fue puesta en manos de los propios militares y ya no en las del secretario Durazo.
  Con ello, al parecer se limaron las asperezas y se logró el apoyo militar que requería el nuevo gobierno. Sin embargo, muchas organizaciones civiles temen que se trate del inicio de la militarización del país, con todos los riesgos que ello implica. Y si a esto sumamos la ley aprobada por el Senado que añade delitos por los cuales se puede detener a las personas sin pruebas, pasando por encima de la presunta inocencia (un tema en el que habrá que ahondar, ya que es un arma que podría ser usada para encarcelar a críticos y opositores del régimen), la sombra del autoritarismo empieza a tomar forma. Una forma por demás siniestra.

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