lunes, 3 de diciembre de 2018
Mi entrevista a Rafael Pérez Gay para Los Angeles Times
Ciudad de México. Nos citamos en un restaurante bar de la colonia Condesa, su colonia, el barrio de toda su vida. Sospecho que es el mismo restaurante bar donde su muy cercano Gil Gamés suele reunirse con los amigos para convivir y brindar con el inseparable vaso de Glenfiddich 15 en la mano.
Pero es mediodía y Rafael Pérez Gay (no Gil Gamés) pide una Coca light con hielos, mientras conversamos acerca de un asunto que le es ingente: el arribo a nuestro país de la Cuarta Transformación.
Pongo a funcionar la grabadora, abro la libreta en la que traigo anotadas las preguntas que quiero hacerle, pero el autor de libros como El cerebro de mi hermano, Arde, memoria y Perseguir la noche, así como de la columna semanal “Prácticas indecibles” en Milenio Diario, además de conductor de la serie literaria de televisión La otra aventura, de ADN 40, y director de la editorial Cal y Arena, me ataja antes de que pueda lanzarle la primera interrogante:
“Podemos empezar por un asunto que a mí me parece que define en estos días el clima político mexicano. Me refiero a la celeridad, casi la ansiedad del presidente electo y su equipo de transición, por tomar decisiones, por realizar proyectos rápidamente, como si no hubiese mañana. Esta celeridad ha llevado al presidente electo a cometer serios y notables errores y contradicciones, al grado de que prácticamente donde aparece un proyecto, donde aparece una decisión, aparece, pegado, un conflicto. Desde luego, está lo del aeropuerto. Tenemos novedades: leí completo el informe de MITRE. Es demoledor. Porque se encarga de demostrar, ya que se trata de una autoridad en materia de navegación aeronáutica, que Santa Lucía es inviable. Y dice una cosa que suena obvia, pero que es una verdad de cien kilos: ‘Los aeropuertos no se planean de abajo para arriba, se planean de arriba para abajo’ y lo que van a ocasionar en el espacio aéreo es un embotellamiento terrible, con los riesgos que eso supone”.
Lo del aeropuerto es un caso, pero está también lo de la Guardia Nacional o lo de anular la reforma educativa.
Lo de la Guardia Nacional parece ser, una vez más, una decisión apresurada, prácticamente tomada sobre las rodillas. No soy el único que sabe o ha oído que realmente cambiaron el Plan de Seguridad y el plan de la Guardia Nacional sobre la marcha. El gran perdedor de esto fue Alfonso Durazo: perdió el presupuesto, perdió poder y todo se le trasladó a los militares. En materia de educación, como dijo el diputado Mario Delgado, no dejarán “coma sobre coma” y desaparecerán el Instituto Nacional de Evaluación Educativa. El conflicto que viene en educación va a ser serio. Juan Díaz ha dejado la dirigencia del SNTE y Elba Esther Gordillo parece decidida a retomarla. Por otro lado está la CNTE que va a jugar, como siempre, un papel inexplicable e ilógico. No me extrañaría que muy pronto estuvieran en contra del presidente electo respecto a algunos de sus proyectos.
Andrés Manuel López Obrador ha dicho recientemente que no va a perseguir a los corruptos del pasado y que es mejor mirar hacia adelante.
Sí, dijo que sería una especie de ley de punto final. Pero un día después declaró que en marzo hará una consulta para preguntarle al pueblo si quiere que investigue a los ex presidentes. Con esto y con lo que te comenté anteriormente, quiero ilustrar que la celeridad no es buena consejera política, la ansiedad por resolverlo todo a cada momento puede conducir a esta clase de contradicciones. Otro punto muy importante ocurrió hace unos días: la rebelión de los diputados panistas y la postura del gobernador electo de Jalisco, Enrique Alfaro. Este es el primer momento serio de una oposición real al nuevo gobierno. Luego vino el comunicado de los gobernadores que afirma claramente: “Nosotros no somos invitados, nosotros fuimos elegidos democráticamente”. Dice Alfaro con toda claridad, en un comunicado que me parece inteligente y valiente, que “la idea de los superdelegados atenta contra el pacto federal y atenta contra la democracia. Nosotros en Jalisco no vamos a perdonar a los corruptos, los vamos a meter a la cárcel”. Me parece sano y me parece una buena noticia, porque la concentración de poder que tiene López Obrador nos va a devolver a un hiperpresidencialismo muy serio. Por eso este principio de oposición es bueno, sobre todo si pensamos en los desechos en que se convirtieron los partidos políticos. De modo que este frente de gobernadores me parece bien.
¿Cuál es entonces el papel de los partidos, en especial del PRI y el PAN?
Los partidos tienen que cerrar filas para que en las elecciones intermedias de 2021, aunque no vayan a vencer a Morena, sí ganen algunos diputados. Así entonces, yo digo: tenemos a un presidente electo hiperactivo que ha mandado claras señales de que él es el que manda y que se va a hacer lo que él dice; tenemos a un Congreso que va aprobando y aprobando leyes todos los días, porque quieren hacer cambios muy grandes y probablemente lo van a lograr. Lo único que yo pienso y que me gustaría transmitir a quienes lean esta entrevista, es que no estoy de acuerdo en que todo esté mal y que todo haya que cambiarlo. Ese principio puede conducir al fracaso político. Cierto, la aprobación de López Obrador está en un 75 por ciento, es altísima, pero no hemos empezado todavía y ya ha habido mucho movimiento. Muchos pusieron sus esperanzas en él, pero hay un segmento –que no es el voto duro de López Obrador– que se está preguntando si lo que está pasando está bien. Porque otra característica del presidente electo es que es impredecible y eso ocasiona nerviosismo, no sólo en los mercados, no sólo en las finanzas, sino nerviosismo político. Hay quienes dicen: veamos sus acciones y no sus dichos y yo respondo: sí, pero las palabras y los hechos van juntos y la palabra del presidente de la república, de cualquier presidente, es una palabra muy seria, muy dura, a la cual hay que atender siempre. Por ejemplo, el presidente electo dice que muchos empresarios con camajanes (camaján quiere decir holgazán, perezoso, un hombre que vive de otros, un parásito). Luego se da cuenta de que ha cometido un error y entonces hace un concejo empresarial para que esté cerca de él. Esas señales son impredecibles, contradictorias, desprendidas en buena medida del exceso de protagonismo del presidente. El presidente debe hablar y todos sabemos muy bien que ese es el estilo de Andrés Manuel López Obrador, pero el hiperactivismo lo conduce a meterse en serios problemas y a partir del 1 de diciembre, su protagonismo se convertirá en algo que puede ser un adversario serio del presidente. Todos los días se va a encargar de la seguridad, todos los días va a estar mandando mensajes por las “benditas” redes sociales; de modo que no creo que sea buena noticia que tenga al país en vilo todos los días y que sus señales sean contradictorias. Tiene una gran concentración de poder, tiene a la Cámara de Diputados, tiene al Senado y tiene un plan territorial muy serio para que Morena se adueñe de la república y que sea un proyecto que no dure seis años, sino 12 o 18. No me refiero a que él se reelija, me refiero a su proyecto de Nación, un proyecto que en muchos sentidos es muy dudoso y peligroso.
¿Qué opina del caso del Fondo de Cultura Económica y la famosa Ley Taibo?
Respecto a Paco Ignacio Taibo II, me parece un absurdo legal que un mexicano que no nació en México no pueda dirigir al Fondo. Taibo es más mexicano que la tortilla. Sin embargo, ahí también hubo celeridad. Creo que quienes somos críticos de Morena y de López Obrador tenemos que esperar a ver qué acciones se cometen, antes de inventar. Por eso he tenido cuidado al opinar de este caso. Indudablemente, Taibo es un hombre de libros, ha hecho mucho por el libro, pero hay un primer momento en el que vuelvo a notar la celeridad. Ya dice que quiere fusionar al FCE con Educal y con la Dirección General de Publicaciones, cuando estas dependen de la Secretaría de Cultura. Hay que esperar un poco, hay que analizar si eso es posible, cuánto cuesta. Comparten todos una celeridad tremenda, una rapidez de vértigo. La velocidad es buena cuando sabes a dónde vas, pero si todavía no lo sabes, yo iría con un poco más de calma. El presidente López Obrador es un hombre de acción política muy serio, pero a veces a esa acción política le conviene un momento de reflexión, un momento de análisis. Eso me parece fundamental.
¿Cree que a partir de diciembre la libertad de expresión en general y la libertad de prensa en particular estarán en riesgo?
Dice el presidente electo que él va a replicar a las críticas, que tiene derecho a contestar cuando tenga que contestar. Tiene razón, está en su derecho, pero el presidente tiene el poder, el dinero, el Congreso, el equipo para hacer lo que quiera. ¿Además de eso quiere replicarle a un simple periodista que lo critique? Me parece excesivo. Y está la tentación de siempre: la tentación autoritaria que es de la que nos tenemos que proteger.
¿Cuáles son entonces los contrapesos frente a un gobierno que concentrará tan inusitado poder?
Me parece que los comentaristas, los medios, las universidades deben tener presentes algunos puntos a los que yo llamo los irreductibles: cuidar la división de poderes, cuidar los institutos autónomos, vigilar la constitucionalidad de los actos del presidente, ver que existan transparencia y rendición de cuentas, ver que haya derechos universales y no clientelismo, cuidar a toda costa la libertad de expresión y nunca quitar el énfasis en la equidad social. Estos irreductibles son fundamentales para que no empiecen a descomponerse la vida política, la vida social, la vida en libertad del país y para que no comencemos a movernos hacia un hiperpresidencialismo autoritario en el que no se mueve una hoja del árbol político si el presidente no está de acuerdo.
Para finalizar, ¿cómo vislumbra al México del 2024?
Por primera vez tengo muchas dudas. Yo quisiera que a México le fuera bien. Que la desigualdad disminuyera considerablemente. Que hubiera menos pobres. Que pudiéramos crecer al 4 por ciento. Me gustaría que hubiera una clase media más próspera. Que el consumo fuera mayor. Pero yo no sé si esto va a ser posible con el plan de gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Todo lo que hemos charlado en esta entrevista apunta más bien hacia un país enconado, ese país enconado al que nos lleva la polarización, un país con muchos problemas, con muchos pleitos. Vendrá sin duda un pleito con los sindicatos. Vendrá un pleito con un sector de la empresa privada mexicana. Vendrán uno o varios pleitos con la prensa y algunos medios de comunicación. Eso es lo que vislumbro, porque eso es lo que es el encono y ser impredecible te lleva a ese temor de no saber cómo va a estar México en el año 2024. Espero que bien, es mi deseo, pero a los deseos se les atraviesa siempre esa cosa horrible que llamamos realidad.
(Entrevista que me publicó el pasado 1 de diciembre el diario californiano Los Angeles Times)
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