martes, 7 de mayo de 2013

Caifanes à la jazz

Debo confesar que jamás se me habría ocurrido. Yo sé que casi cualquier música es susceptible de ser adaptada al jazz; sin embargo, nunca pensé escuchar las canciones de Saúl Hernández, quien hoy incursiona en el mundo de la cumbia al lado de los Ángeles Azules, transformadas en temas jazzeros y hasta blueseros y con resultados bastante buenos.
  La que logró esta proeza es la cantante mexicana Elizabeth Meza, quien al lado de un grupo de más que talentosos músicos de jazz ha dado forma a La célula que explota / Las canciones de Saúl (Producciones PYP, 2012). “Un día, escuchando las canciones de Saúl Hernández, me imaginé cómo se sentiría ‘decirlas’ con mi sensibilidad femenina y vestidas de pop, rock, jazz, funk”, comenta la vocalista en la funda del CD. El experimento no deja de ser interesante y ofrece muy aceptables frutos, sobre todo porque reviste a dichas composiciones de una luz distinta y un sonido realmente inesperado.
  Aunque en lo personal el estilo vocal de Meza no es de mis favoritos (me parece que de pronto exagera y sus repentinos agudos –como uno inexplicable y tremebundo casi al final del primer corte– pueden ser hasta irritantes), a lo largo del disco logra mantenerse alejada de manierismos y ello permite que éste sea en general disfrutable.
  Entre los músicos que la acompañan hay varios nombres mayores del jazz mexicano actual, como Enrique Neri, Víctor Patrón, Aarón Cruz, Álger Erosa y Rosino Serrano, aparte de la participación de talentosos instrumentistas jóvenes como Aldo Max y José Rojas. También participa el Coro Gospel de México.
  Diez son los temas de Hernández elegidos por Elizabeth Meza para dar forma al álbum. Entre los mismos, yo destacaría sus versiones a “Detrás de los cerros”, “No dejes qué”, “Antes de que nos olviden”,  “Viento”, “Píntame” y “Afuera”.
  Un trabajo recomendable que quizá no guste del todo a los fundamentalistas de Caifanes y Jaguares (que son fanatizada legión), pero que viene a refrendar que todo cabe en un jazzecito si se le sabe acomodar.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario).

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