De golpe, suena como un despropósito. ¿Para que ir al feudo de Andrés Manuel López Obrador, a sabiendas de que ahí será un segundón? ¿Qué papel jugaría en ese instituto, cuando el actual segundón, Martí Batres, no vería con buenos ojos que alguien de las dimensiones de Ebrard llegara a hacerle sombra? Lo dicho: parece una locura y sin embargo…
No sé si don Marcelo pretenda realizar semejante movimiento ajedrecístico o si el comentario de mi amigo sea nada más que un rumor que pescó en el aire, pero si lo vemos con mayor detenimiento, a lo mejor no es algo tan delirante e improbable.
¿Cuál es la situación actual del hasta hace poco poderoso mandamás de la capital de la República? La nada. En el Partido de la Revolución Democrática poco tiene que hacer frente al predominio chuchista. Movimiento Ciudadano y el Partido del Trabajo son un mal chiste y hasta podrían quedar sin registro. En cambio, Morena apunta a ganar muy pronto el suyo y a contender de igual a igual con el PRD en las elecciones intermedias de 2015.
Pero hay otro punto, quizás un tanto cruel pero realista: la dañada salud de López Obrador luego del infarto que padeció hace unos meses. Morena necesita personajes fuertes alrededor de su actual líder moral y eso lo saben todos ahí, incluido el propio Andrés Manuel. Seamos serios: Batres no tiene el carisma para ser, al menos, el Nicolás Maduro del Movimiento Regeneración Nacional. Tampoco lo tiene Ricardo Monreal, en caso de que también se uniera a la organización. ¿Quién más? ¿René Bejarano? ¿Dolores Padierna? ¿Bernardo Bátiz? ¿Paco Ignacio Taibo II?
Es ahí donde entraría Marcelo Ebrard y, viéndolo bien, no está tan disparatada la idea.
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
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