El histórico fallo de la Suprema Corte de Justicia del pasado miércoles 4 de noviembre, en el que se abre la posibilidad de que los mexicanos que así lo quieran puedan sembrar, cultivar y consumir marihuana con fines lúdicos y recreativos y sin que ello constituya un delito, no sólo representa un gran avance dentro del necesario y a mi modo de ver imparable proceso para llegar a la legalización total de la hierba, sino que reafirma a México como una nación en la que se ejerce una gran cantidad de libertades.
Tanto solemos quejarnos de nuestro país, tanto despotrican muchos contra la “represión” y “la falta de libertades” en que según ellos vivimos, que no nos fijamos en otras naciones en las cuales esas libertades se encuentran acotadas y en donde la represión gubernamental se aplica con dureza y sin contemplaciones.
Habrá que agradecer a Arturo Zaldívar y a los otros tres ministros de la Corte por hacernos recordar que con todos sus defectos y todas sus carencias, la joven democracia mexicana sigue en pie y que tenemos una fuerte opinión pública que influye en los cambios positivos que se dan por nuestros lares (ello a pesar de que, paradójicamente, buena parte de esa misma opinión pública se queja de la falta de libertades… al mismo tiempo que las ejerce).
Buena y significativa coincidencia ha sido también que mientras se daba la determinación de la SCJN, en el Senado se retirara la confusa iniciativa de ley que había presentado el priista Omar Fayad y que buscaba reglamentar el uso de internet. A lo mejor, como él lo asegura, la idea del senador no era coartar la libertad en ese medio hoy fundamental y quizás hubo algo de histeria en las críticas que se le hicieron, pero la ambigüedad de algunos de sus artículos se prestaba a malas interpretaciones y fue mejor cortar por lo sano.
Comparado con lo que se vivía, por ejemplo, en los años setenta y ochenta del siglo pasado, el clima de libertad en México es notablemente mayor y quienes vivimos aquellos tiempos lo sabemos. Falta mucho aún por avanzar, pero con tumbos y tropezones, ahí la llevamos.
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
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