sábado, 21 de noviembre de 2015

Francia y todos nosotros




“¿Por qué se conduelen de Francia y no de Líbano y de Nigeria donde también hubo atentados terroristas?”. El reclamo parecería justo, pero hay una lógica en la mayor identificación con los franceses de parte del mundo occidental, por razones históricas, sociales y culturales, pero sobre todo por lo que Francia representa como símbolo de la libertad, la igualdad y la fraternidad, tres conceptos absolutamente odiados por los yihadistas del Estado Islámico. Golpear a Francia es golpear a Occidente y aunque a muchos mexicanos progres y ultranacionalistas no les agrade, pertenecemos a la cultura occidental y compartimos sus valores desde hace más de dos siglos.

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Muchos están subiendo videos y fotografías en las redes sociales sobre supuestos bombardeos de Francia en contra de la población civil en Siria, sin ponerse a averiguar si se trata de imágenes actuales o de hace mucho tiempo y sin comprobar si dichas imágenes son de bombardeos de la aviación gala y si realmente sucedieron en Siria o en otra parte del Medio Oriente. Si se informaran un poco, sabrían que Francia está atacando básicamente al principal bastión del Estado Islámico, en la ciudad ocupada de Raqqa, y que las bombas están dirigidas contra campamentos de yihadistas y no contra la población civil. Torcer la información para “poner en evidencia” al ejército francés es perverso y es hacerle el juego al mayor enemigo de la humanidad en estos momentos, es decir Isis, el llamado Estado Islámico, para el que, por cierto, todos los mexicanos (y eso incluye a progres y ultranacionalistas) también somos “infieles” y víctimas propicias de su locura.

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Aclaremos el punto: la ley del Islam que proclama que no hay más Dios que Alá y que Mahoma es su profeta, con la cual los terroristas del Estado Islámico justifican sus crímenes, se llama la Sharia, pero no tiene que ver con los sharios, digo, con los chairos (al menos no desde un punto de vista etimológico). Para que luego no haya confusiones engorrosas.

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Hoy La Marsellesa tiene que ser el himno internacional, el himno de todos nosotros.

(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)

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