Basado en El precio de la sal, una novela muy poco conocida de Patricia Highsmith (quizá porque en su momento la publicó con seudónimo y porque salió un poco antes que su genial Extraños en un tren), este sobrio y elegante, a vez que duro y conmovedor, filme dirigido por Todd Haynes en 2015, es un trabajo espléndidamente narrado, elegantemente fotografiado y contenidamente actuado.
La historia de un amor lésbico en los años cincuenta del siglo pasado es tratado por Haynes con gran tacto y finura, sin prisas, para irnos metiendo en lo dramático que resultaba a mediados de esa década que una mujer rica y casada se enamorara de una joven dependiente de almacén con deseos de trascender en la vida como fotógrafa. La manera como los convencionalismos sociales asfixian a Carol y Therese (las dos amantes) y no las dejan ser pueden resultar difíciles de creer hoy día, pero la represión sexual que se vivía en aquellos años era así y está fielmente reflejada en la cinta.
Con Cate Blanchett como Carol (me gustó más aquí que en Blue Jasmine de Woody Allen) y la bella Rooney Mara como Therese (me recordó mucho a Audrey Hepburn), la película es no sólo un drama sino también una road picture que jamás pierde el interés y que tiene un final al mismo tiempo feliz y anticonvencional, sin esos falsos moralismos a los que es tan dado el cine de Hollywood, lo cual es de agradecerse.
Hermosa, inteligente y sensible, Carol es una obra que debe verse.
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