La canción con la cual solíamos cerrar las presentaciones de Los Pechos Privilegiados. La compuse en 1981, aunque no tengo claro en qué día y en cuál mes exactamente. Es un claro homenaje a Chuck Berry en la parte musical, mientras que en la letra cuento los avatares de un habitante de la Ciudad de México (cuando la escribí era todavía el Distrito Federal) que sale a trabajar y ya no regresa a su hogar, al quedarse atrapado en un espantoso congestionamiento de tránsito. Se trata de una pieza irónica y divertida (al menos nos divertíamos mucho al tocarla, ya que la alargábamos casi al triple en su versión "en vivo"). Esta es la versión corta.
Voy camino a casa
Esta mañana cuando desperté,
no pude imaginar lo que iba a suceder.
Me fui temprano a trabajar y el día se fue sin una novedad.
Voy camino a casa aunque sé que no voy a llegar.
Por el camino yo tomé un camión
y a las pocas cuadras esto comenzó:
es un maldito aterrador, horripilante y feo embotellamiento.
Voy camino a casa aunque sé que no voy a llegar.
No hay salida o forma de huir.
Estamos atrapados y me siento morir.
No hay remedio y no queda más
que juntar las manos y ponerse a rezar.
Muchos incautos se han quedado aquí.
Es una locura sin principio y sin fin.
Y yo me pongo a meditar y me preocupa mi incierto futuro.
Voy camino a casa aunque sé que no voy a llegar.
No hay salida o forma de huir.
Estamos atrapados y me siento morir.
No hay remedio y no queda más
que juntar las manos y ponerse a rezar.
Sólo le pido a quien me pueda escuchar,
avise a mi familia que no volveré más:
que han perdido a otro pariente
en el panteón del Eje Dos Poniente.
Voy camino a casa aunque sé que no voy a llegar.
Voy camino a casa aunque sé que no voy a llegar.
Voy camino a casa aunque sé que no voy a llegar.
Voy camino a casa y yo sé que no voy a llegar.
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