Tienen un halo fascinante, en especial las más tradicionales, es decir, aquellas que están en la antigua calle de Donceles, en pleno Centro Histórico de la Ciudad de México. Hacía muchos años que no incursionaba por ahí y hoy se dio la oportunidad, acompañado por mi mejor amiga (la mujer misteriosa). Nos vimos enfrente del Café de Tacuba y de ahí visitamos un par de librerías que no nos convencieron (una era muy cara y tenía poco que ofrecer, en la otra el ambiente se sentía asfixiante por la cantidad de polvo que se respiraba), hasta que entramos a una llamada "El laberinto" que, en efecto, es laberíntica y llena de libros viejos. Exploramos un buen rato y vi volúmenes fascinantes. Como no llevaba mucho dinero, me decidí por dos libros que no tenía de René Avilés Fabila: Recordanzas y Memorias de un comunista. Me quedé con ganas de sus novelas El gran solitario de palacio y Los juegos que ahí estaban, pero ya no me alcanzaba. Igual regreso un día de estos por ellos.
Al salir, las calles estaban inundadas de gente, sobre todo turistas de fuera del DF que aprovecharon Semana Santa para venir. Buscamos dónde comer y todo estaba repleto. Terminamos en el Sanborns que está detrás de Bellas Artes. La comida, bastante regularcita. Nos la pudimos ahorrar. Me despedí de mi amiga misteriosa y cada quién tomó por su lado en el Metro. Regresé a ver el partido en que México venció fácilmente a Canadá, en Vancouver, al son de tres goles a cero.
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