martes, 22 de marzo de 2016

Dos discos (porque la vida sigue)

Una vez pasada la euforia rollingstoniana que se vivió la semana anterior y pasado también el luto por las muertes recientes de diversos músicos, tenemos que entender que la vida sigue (y no es que me quiera poner reflexivo debido a estos días “santos”), que las cosas continúan y que la música se renueva día con día, al menos a nivel de oferta discográfica.
  Entre las más recientes novedades, hay grabaciones para todos los gustos y en diversos géneros. Mencionaré tan sólo dos que recomiendo sin dudar.
  Para comenzar, está el nuevo álbum de la gran bajista y cantante de jazz Esperanza Spalding, quien con Emily’s D+Evolution (Concord, 2016) incursiona en géneros tan diversos como el rock progresivo, el soul, el hip-hop y el rhythm n’ blues, en un trabajo conceptual de enorme calidad e inventiva que desconcertará a los seguidores más ortodoxos de la estadounidense, pero fascinará a todo un nuevo sector de escuchas. Con ecos lo mismo de Joni Mitchell que de Frank Zappa y de Janelle Monáe que de Steely Dan, el disco es una delicia de principio a fin, una pequeña joya de esas que con cada escucha devela sus más íntimos y mejores tesoros.
  Por otro lado y en un genero tan diferente como el alt-country,  está el nuevo larga duración de Richmond Fontaine, un grupo de culto, muy poco conocido, liderado por el cantante, compositor y novelista Willy Vlautin. Originaria de Portland, Oregon, la agrupación lleva muchos años en el camino y este año acaba de sacar a la venta un trabajo en verdad hermoso y profundo, su opus No. 11 intitulado You Can’t Go Back If There’s Nothing To Go Back To (Décor, 2016). Un tanto en la vena de gente como Tom Waits, las canciones escritas por Vlautin son nostálgicas, tristonas, de pronto desgarradas pero al mismo tiempo irónicas y con letras altamente poéticas que narran historias de perdedores, de desposeídos, de gente sin esperanza.
  Se trata -según ha anunciado el grupo- de su última incursión discográfica y le juro que no se arrepentirá de escucharla y conocer el muy particular universo musical y literario que ofrece Richmond Fontaine.
  Dos discos muy recomendables para quienes están abiertos a lo nuevo y a aceptar que la vida sigue.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)

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