¿Qué tiene este 2016 que en escasos 75 días se ha llevado a varios músicos, en su mayoría de altísimo grado artístico? Desde David Bowie hasta Glenn Frey (Eagles) y desde Paul Kantner (Jefferson Airplane) hasta Dale Griffin (Mott the Hoople), pasando por Maurice White (Earth, Wind & Fire), Denise Katrina Matthews (Vanity 6), el cantante de soul Otis Clay, el bluesero Long John Hunter, el intérprete de country Craig Strickland, el director de orquesta Nicolaus Harnoncourt y nuestro muy rocanrolero Lalo Tex, todos se han ido de manera francamente inesperada.
A ellos se suman ahora otros tres personajes de la música: el genial productor George Martin, el extraordinario tecladista Keith Emerson y el gran guitarrista mexicano José Luis Domínguez.
Conocido con el mote de “El quinto beatle”, Martin fue fundamental en la carrera del legendario cuarteto de Liverpool y gracias a su visión, a su talento y a sus dotes como productor y arreglista, logró que las composiciones de John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr alcanzaran alturas insospechadas, hasta provocar que su música revolucionara a la cultura popular de la segunda mitad del siglo pasado.
Keith Emerson, tecladista del trío de rock progresivo Emerson, Lake & Palmer (y antes de The Nice) fue uno de los compositores y ejecutantes más asombrosos de la historia del género, con piezas que iban de recreaciones de sencillos rocanroles hasta temas cuasi sinfónicos de enorme envergadura. Sus cuatro primeros álbumes con EL&P están entre lo más fino y sofisticado que ha dado el rock.
En cuanto a José Luis Domínguez, sin tanto lustre como los dos anteriores, era un excelente guitarrista de rock (se le recuerda con Arpía, el grupo que acompañaba en sus inicios a Cecilia Toussaint), pero también un estupendo productor y, sobre todo, un apasionado de la enseñanza musical. La Escuela de Música DIM que dirigía, en Coyoacán, es una de las más importantes del país y su fallecimiento representa una gran pérdida para sus seres queridos, sus alumnos y sus muchísimos amigos y colegas. Lo conocí personalmente por allá de 2006 y puedo decir que, además de su talento, era un hombre generoso, amable y siempre inquieto. Esperemos que la escuela no se detenga y prosiga con la obra didáctica del gran José Luis.
(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)
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