Si Tommy fue un álbum doble de enormes pretensiones y compleja elaboración, The Who quiso dejar en claro que antes que cualquier cosa era una banda de rock. Por ello sacó Live at Leeds, un disco grabado con toda la fuerza del grupo durante sus actuaciones en concierto.
A pesar de su corta duración, menor a media hora, se trata de un vinil contundente, seco, rabioso, rocanrolera y blueseramente violento. Desde el crudo inicio de “Young Man Blues”, con un muy corto riff realizado al unísono por la guitarra de Townshend y el bajo de Entwistle, mientras Moon los sigue con un vertiginoso redoble de tambores para detenerse de pronto y permitir la entrada de la voz sola de Daltrey, sabemos que el poderío de los Who está ahí y que permanecerá hasta el final del disco. “Substitute” (que tres lustros después sería retomada por los Sex Pistols), “Summertime Blues” (en una versión más rocanrolera que la original de Eddie Cochran, aunque menos pesada que la de Blue Cheer de 1968), “Shakin’ All Over”, “My Generation” (contundente como siempre) y “Magic Bus” (en claro homenaje a la rítmica de Bo Diddley) son las piezas que no nos dejan apartar el oído de las bocinas y nos convencen de que pocos grupos ha habido como el cuarteto de Shepherd’s Bush para tocar el mejor rock and roll del orbe.
(Reseña que escribí originalmente para el Especial No. 11 de La Mosca en la Pared dedicado a The Who, publicado en marzo de 2008)
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