Terminé de leer el tomo dos del ya clásico libro de José Agustín, el cual abarca los periodos presidenciales -o sexenios, para decirlo en mexicano- de Luis Echeverría Álvarez y José López Portillo, es decir, lo que Margarita Michelena denominó como la docena trágica.
Fueron dos gobiernos que me tocó vivir entre mis 16 y mis 28 años y los recuerdo muy bien. Por tanto, la lectura del libro fue como hacer una relectura de una parte muy importante de mi vida, la que va de finales de 1970 al año 1982. Quienes vivimos esa época del país sabemos lo que es el nacimiento de la gran crisis económica que nos legaron estos dos gobiernos y que hoy seguimos padeciendo y sabemos también -aunque algunos finjan demencia al respecto- que fueron años mucho más difíciles, autoritarios, corruptos y represivos que los que se viven hoy. Sencillamente no hay comparación. México sigue mal, pero no tanto como en aquella etapa de nuestra historia. Hoy gozamos de muchas más libertades y a nivel macro, la economía está bastante mejor (habría que comparar los niveles de inflación actuales, muy pequeños, con los de los últimos años de López Portillo y los primeros de Miguel de la Madrid).
Leer con sentido crítico la Tragicomedia mexicana de José Agustín (Planeta, 1992) nos permite comparar y apreciar la evolución que ha tenido el país, aunque por supuesto que aún nos falta mucho por lograr. También sirve para estar atentos y no retroceder hacia esos días terribles, tal como veladamente desean algunos reaccionarios con disfraz de mesiánicos izquierdistas, quienes militaban en el PRI justo en ese periodo.
Una lectura muy ilustrativa.
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