sábado, 23 de junio de 2018

Lecciones futboleras

“Imaginémonos cosas chingonas”.

Javier “Chicharito” Hernández

El Mundial de futbol de Rusia ha llegado como un muy afortunado, reconfortante y emotivo bálsamo, capaz de curar algunas de las heridas que a los mexicanos nos han causado la polarización y el odio entre facciones políticas a lo largo de todos estos meses de campaña electoral.
  Si como dijo Jorge Valdano, el balompié es lo más importante entre las cosas menos importante, pienso que a pesar de esa pretendida falta de importancia se trata de una actividad que puede dejarnos grandes lecciones y un muy útil aprendizaje. El futbol es mucho más que veintidós personas que corren detrás de un balón para patearlo. Más allá de esa visión simplista hay toda una historia, una antropología, una sociología, una mitología, una filosofía y hasta un arte. También una pedagogía.
  Tan sólo la victoria de la selección nacional sobre el poderoso equipo de Alemania, el pasado domingo (y sin saber aún el resultado del encuentro contra Corea del Sur al momento de escribir estas líneas), logró que la gran mayoría de los mexicanos nos sintiéramos unidos en una sola alegría y un solo orgullo, sin importar razas, credos, ideologías o clases sociales. Mientras la política nos tiene terriblemente divididos, el juego del hombre (Ángel Fernández dixit) logró unificarnos y ese simple hecho es una señal esperanzadora, sobre todo ante la incertidumbre de lo que nos espera después del ya inminente 1 de julio próximo.
  Ese fantástico gol del “Chucky” Lozano sí que produjo un sismo, el sismo de darnos cuenta de que este país puede ir hacia adelante y estar a la altura de lo mejor de nuestro mundo globalizado y que las propuestas retrógradas y conservadoras (el catenaccio que proponen algunos políticos) pueden ser derrotadas en aras de un país más moderno, libre y democrático.
  Son algunas lecciones que podemos entresacar de lo que Manuel Seyde llamaba la fiesta del alarido y aunque también hablaba de los ratones verdes, parece llegada la hora de dejar atrás a tan dañina subespecie roedora.

(Mi columna "Cámara húngara" de hoy en Milenio Diario)

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