Estamos en vísperas de un encuentro peligrosísimo, de un choque de fuerzas que si bien se inclina por uno de los contendientes, podría dar una sorpresa que para muchos hoy resulta imposible.
Los pronósticos apuntan a favor de quien tiene casi todos los números de su parte. Incluso muchos que no simpatizan con él aceptan, con resignación y desconsuelo, que prácticamente nada se puede hacer ya para evitar su victoria.
A pocas horas del trascendente acontecimiento, las apuestas también se inclinan por quien aparece como fuerte favorito. “Sería un milagro vencerlo”, claman los expertos. “No hay manera de que nos ganen”, presumen los que están con el virtual ganador.
A estas horas, con tan poco tiempo disponible, parece una locura pretender que el rival que se ve más débil encuentre la fórmula para revertir las quinielas y dar vuelta a las mismas, para levantarse con un triunfo que no auguran ni los más optimistas.
Pero, ¿se debe entrar al juego definitivo con una actitud derrotista? ¿Habrá que dar todo por perdido, sin hacer el intento de pelear hasta el último minuto para dar el campanazo?
Después de todo, las encuestas no siempre son de fiar. Si bien la enorme mayoría de estas afirma con pretendida consistencia que el favorito tiene cerca del 50 por ciento de probabilidades de alzarse con el éxito, siempre estará presente esa mínima pero real posibilidad de que las cosas no resulten como se predice y que a la hora del pitazo final suceda lo que en estos momentos parecería inimaginable, inconcebible, extraordinario.
¿Qué sucederá entonces? Todos nos mantendremos atentos y llenos de nerviosismo. Nuestras expectativas y esperanzas estarán pendiendo de un hilo. Pero en una de esas resulta que los augurios se vienen abajo, que la lógica da un vuelco espectacular, que el milagro se produce y la selección mexicana de futbol vence a la brasileña en el partido de este lunes 2 de julio.
No perdamos la confianza, no perdamos la fe. Los aparentes gigantes a veces tienen los pies de barro. Podemos derrotar a Brasil. ¡Vamos, México!
(Mi columna "Cámara húngara" de hoy en Milenio Diario)
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