Lo es, querámoslo o no. Hoy hubo eleciones en México y ganó de manera aplastante Andrés Manuel López Obrador. No era mi candidato, eso todos lo saben. De hecho, si algo no quería yo es que el tabasqueño llegara a la presidencia de la república. Pero México por suerte es un país democrático y el voto mayoritario hizo que AMLO y Morena barrieran a sus oponentes.
En lo personal, voté simbólicamente por Heberto Castillo (como hice en las pasadas tres elecciones presidenciales) y en las demás boletas ejercí el voto diferenciado.
¿Qué viene para México? Es muy temprano aún para saberlo. Contra lo que pudieran pensar algunos, no estoy triste, molesto o acongojado. Claro que no me gusta el resultado de las votaciones, pero las acepto y aceptaré a López Obrador como el presidente constitucional de todos los mexicanos a partir del 1 de diciembre próximo. Ya veremos cómo le va al país y cómo nos va a todos.
Como columnista político, como observador de los acontecimientos nacionales, será para mí muy interesante enfrentarme a algo históricamente inédito y tratar de traducirlo en análisis y opiniones cada sábado en mi columna de Milenio.
En fin, felicidades a mis cercanos que votaron por Morena y sus candidatos. Ustedes saben a quienes me refiero.
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