Hugo García Michel nace en el pueblo de Tlalpan, en la Ciudad de México –antes Distrito Federal– en el año, como dice en la biografía de su primera novela, en que nace el rocanrol: 1955. García deja la preparatoria en 1971, para convertirse en autodidacta; es en 1979 cuando ingresa al mundo editorial y periodístico.
“Entré a esta profesión por accidente... y por matrimonio. Yo me dedicaba a la música, así empecé, como músico, pero cuando me relacioné con quien después fue mi esposa, empezaron las presiones porque la música no dejaba dinero. Fue cuando decidí salir a buscar trabajo. Di clases durante dos años en una secundaria. Soy autodidacta y como desde muy chavo leo muchísimo, eso me ayudó para poder dar clases. Digo que fue un accidente porqué entré a la industria editorial sin proponérmelo. Un primo mío que hacía dibujo para historietas me propuso dedicarme a escribir guiones. En un principio desprecié la idea, pero luego decidí probar. Fui a la legendaria y ya desaparecida Editorial Posada. Afortunadamente les gustó mi trabajo y me contrataron. No para hacer historietas –que después hice–, sino para editar una revista que ellos tenían en ese momento, una revista sobre naturismo llamada Natura. Terminaría dirigiéndola durante dos años. Así fue como entré al mundo editorial en 1979. Guillermo Mendizabel Lizalde y Ariel Rosales fueron en muchos sentidos mis maestros de periodismo y redacción. Ahí fue donde aprendí a hacer revistas”.
Actualmente, García Michel escribe para el diario Milenio, la revista Nexos y en su blog “El rojo y el negro”, blog en el que desde el 2007 hasta la fecha ha escrito todos los días, sin faltar uno sólo en subir un artículo. Sin embargo, el trabajo que impulsó su carrera periodística fue haber sido el director de la revista La Mosca en la Pared que se publicó de 1994 a 2008.
“Cuando estaba en Posada, siempre tuve la inquietud de hacer una revista de rock. Ariel Rosales había hecho una llamada Yerba que fue un fracaso y cuando le propuse la revista, me dijo que no. Años antes me había gustado mucho Piedra Rodante, la cual apareció a principios de los años setenta y de la que sólo salieron ocho números. Ahí escribían José Agustín y varias plumas fuertes, yo tenía 16 o 17 años. Pero regresando a Posada, ahí me volví historietista y continué en ese oficio incluso después de dejar la editorial, trabajando para otras empresas similares. Una de ellas fue Egea. En 1992 vino U2 a México y yo, además de escribir guiones de historieta, en ese momento también colaboraba como columnista para la sección cultural del diario El Financiero e hice la traducción de las letras del disco Achtung Baby que fueron incluidas en un ejemplar especial dedicado al cuarteto irlandés. Aprovechando la coyuntura, le comenté al editor Jaime Flores sobre mi idea de hacer una revista de rock y para mi sorpresa, me dijo que le presentara el proyecto. Mi proyecto eran dos páginas en máquina de escribir. Le gustó y me dijo que regresando de vacaciones nos reuniéramos y fue así como en enero de 1993 se aprobó la idea y junto a Fernando Rivera Calderón, Karem Martínez y otras personas logramos dar forma a La Mosca en la Pared. El primer número apareció en febrero de 1994”.
La Mosca en la Pared fue una revista que tuvo tres etapas: la primera, en 1994, con seis números, retomando el proyecto en 1996 hasta el 2008, como una segunda etapa; la tercera y última, en 2013, con sólo nueve números publicados con el nombre Mosca.
“En el 2013, Aarón Olvera me propuso de nuevo el proyecto y lo registró con el solo nombre de Mosca, así nada más. Lamentablemente fue un fracaso. Creo que la Mosca ya había cumplido su ciclo y por eso no pegó en su tercera etapa. Ya no era lo mismo, hay que aprender cuando algo debe terminar”.
El fundador de La Mosca en la Pared ha causado controversias por su crítica al rock nacional llamándolo rockcito.
“Utilicé ese término por primera vez cuando era adolescente; llevaba un diario y vi un programa de televisión en el que aparecía el grupo Peace and Love, tocando una canción como de música tropical. Escribí en mi diario que aquello era una vergüenza y utilicé la palabra rockcito para describir lo que acababa de escuchar. Pero oficialmente fue en El Financiero, en la sección de cultura, en una columna llamada “Bajo presupuesto” que se publicó del 91 al 97, donde usé el término de manera pública y refiriéndome a grupos como La Maldita Vecindad, Caifanes, Café Tacuba, entre otros. Era una época en la que nadie se atrevía a criticar a esas bandas. Lo de rockcito ya es casi una marca en mí. Me aborrecen muchos músicos creyendo que los desprecio; pero no es desprecio, sólo es una descripción de la realidad”.
García Michel no sólo ha dejado su vida en el periodismo, ha escrito y publicado dos novelas en las que, como un alter ego, los personajea principales presentan algunas similitudes con el propio autor. Matar por Ángela (1998) una novela humorística, divertida y que retrata la vida de México en los años noventa, es su primera obra como escritor y Emiliano, su segunda novela publicada, está basada en la vida de su abuelo, quien fue uno de los diputados que dieron forma a la Constitución de 1917.
“Yo estaba enamorado de una amiga y Matar por Ángela surgió como un tipo de catarsis. Quise que lo que había vivido como un drama se convirtiera en algo divertido y por eso está escrita con humor. Retrata a la Ciudad de México en los años noventa y hablo de todos los sucesos de ese tiempo y de varios grupos de rock de ese momento. El personaje principal decide matar a los pretendientes de la mujer que ama y esa intención la trasladé al ámbito literario. Por cierto, hay una historia con Alfonso Cuarón y la novela. Cuarón se interesó en llevarla al cine y en 2005 y 2006 trabajé en el guión cinematográfico de Matar por Ángela con gente de su productora en México. Luego todo se detuvo sin explicación alguna. Espero que algún día regrese el proyecto. En 2015, la novela se reeditó con la editorial Lectorum.
“Respecto a mi segunda novela, Emiliano, siento que yo tenía una deuda con mi abuelo. No lo conocí, pero me platicaban mucho sobre él. Años atrás, me regalaron una mini biografía de los diputados constituyentes en la que venía la vida de mi abuelo, resumida en página y media. Varias veces había escrito sobre él, en distintos medios, y la novela se me ocurrió en el 2015, cuando me di cuenta de que en 2017 se iban a cumplir 100 años de la promulgación de la Constitución de 1917. Para que no fuera una mera biografía y no escribir algo que fuese aburrido, se me ocurrió inventar a un protagonista, que es mi alter ego, Esteban Leyva, un joven reportero que trabaja para El Universal en 1921. Mi padre nació en Mixcoac y la novela empieza el día de su nacimiento. A Esteban lo mandan a entrevistar al diputado Emiliano García Estrella, mi abuelo, quien fue muy amigo de Venustiano Carranza. Hay muchos pasajes que yo tuve que recrear y pasó algo muy extraño: yo me sentaba a escribir la novela a eso de las dos o tres de la madrugada y era como si mi abuelo me estuviera dictando. No sé si exista otra vida, pero en el caso de mi abuelo y mi papá, los siento muy vivos. Entonces siento que de alguna manera el propio don Emiliano me dictó algunos pasajes del libro. En cuanto a la vida sentimental de Leyva, me basé en dos amigas mías actuales para hacer los personajes de las dos mujeres de las que se enamora el personaje.
“La época de los años veinte me parece una época fascinante. Poco después de la revolución surge el movimiento cultural con los primeros pintores muralistas, los músicos, José Vasconcelos y su revolución educativa y quise retratar ese momento en la novela”.
El autor de Emiliano trabaja en varios proyectos literarios y periodísticos. Al preguntarle de qué van estas nuevas obras, me respondió:
“Estoy trabajando en dos novelas, pero se me ocurrió otra idea y las dejé en pausa. Ahora quiero recopilar en un libro todos mis artículos sobre el rock nacional, desde 1992 hasta la fecha. Lo maravilloso de La Mosca es que he ido a distintos lugares del país y mucha gente tiene la colección completa de la revista y me llevan ejemplares para que se los dedique. Ahí es cuando te das cuenta de la trascendencia que tuvieron la revista y mi trabajo. Fueron 125 números más 42 especiales y los nueve que salieron después. También trabajo en dos novelas, una sobre un viaje que hice a París con una amiga, que fue una cosa rarísima, y una novela sobre un vampiro chilango que lleva viviendo más de 600 años”.
La vida critica de García Michel no llega sólo a la música o a la literatura; de igual modo, es un crítico político que ha escrito artículos de opinión sobre la nueva izquierda en México, siendo Andrés Manuel López Obrador, próximo Presidente de esta nación, uno de sus temas principales.
“Yo soy de izquierda desde siempre, aunque luego me dicen que soy de derecha. López Obrador sí es de derecha, sólo que muchos se confunden. Él ha mostrado posiciones muy retrogradas respecto a temas como los matrimonios entre personas del mismo sexo o la legalización del aborto. A ver qué pasa con esos y otros temas a partir del 1 de diciembre. Milité en un partido de izquierda en los años setenta y ochenta. el Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT). Ahí tuve el honor de trabajar con el ingeniero Heberto Castillo, el político más honesto que he conocido en mi vida. Tengo una posición liberal, totalmente progresista y veo que Morena –y sobre todo AMLO– son todo lo contrario. Mi posición es de critica a esa mal llamada izquierda, porque creo que la izquierda en México no existe desde un punto de vista político. Antes que nada, creo en la democracia y la libertad”.
La política, la música, el periodismo y la literatura, son temas que han marcado a Hugo García Michel desde muy temprana edad, pero también el fútbol es algo que trae desde la infancia. Es un fiel y apasionado hincha del Club Barcelona y de los Pumas de la Universidad Nacional Autónoma de México. En tiempos del Mundial de Rusia, platicamos sobre sus inicios en este deporte como aficionado y su pronóstico sobre quién se lleva la copa del Mundo.
“Mi papá me inculcó el amor por el fútbol, me llevaba al estadio desde muy chiquito. De hecho, todavía no existía el Azteca y me llevaba a Ciudad Universitaria cada jueves y domingo. Desde ahí nació mi pasión por el fútbol. Francia es mi favorito para ganar el Mundial (por mi lado materno, tenemos algo de Francia), aunque ningún equipo trae mucha fuerza en esta copa”.
La platica con Hugo llegaba a su fin y no podía dejar de preguntar y saber sobre lo nuevo que trae entre manos que, si nos vamos al inicio de la entrevista –y de su vida–, es una profesión con la que inició a los catorce años de edad y lo ha acompañado en todo el camino: su vida como músico.
“Mi amiga Iris Bringas vino de visita a mi casa, a fines de 2015, y me pidió que le cantara algunas de mis canciones. Le canté como veinte. Le gustó lo que estaba escuchando y me comentó que por qué nadie conocía mis composiciones. Entonces me invitó a su estudio para grabar, junto con su pareja, el músico e ingeniero de sonido Jehová Villa Monroy, lo que ahora será mi primer disco. Todo empezó como un divertimento, pero como tengo varios amigos músicos, los he estado invitando a participar. Así ha ido creciendo el proyecto. Ya tengo en mi disco a Jaime López, Iraida Noriega, Diego Maroto , Armando Palomas, el Señor González, Piro Pendas, las hermanas Jenny e Ingrid Beaujean y varios más. Hasta ahorita ya van como treinta invitados. La gente que escucha los primeros avances se sorprende mucho. Ni mis hijos se lo esperaban. Casi no hay rock, más bien hay jazz, blues, folk, góspel y, bueno, sí, algo de rock. Llevamos dos años y medio grabando. Son 15 canciones en total... Estoy consciente de que como soy muy crítico del rock que se hace en México, muchos están esperando el disco para hacerme pedazos, jaja. La gente me ubica más como periodista que como músico, pero yo empecé con la música. Comencé a componer a los 14 años y tengo cerca de 700 canciones, así que espero que haya más de un disco, pues hay de dónde sacar material”.
La entrevista –que duró casi una hora– concluyó con una sesión fotográfica a cargo de Sara Faure Landois, donde se retrató a Hugo García Michel en su departamento, sentado en su sofá, con su inmensa y nutrida biblioteca de fondo y abrazando uno de los objetos más preciados en su vida: su guitarra.
(Entrevista que me hizo Armando Noriega para el sitio Mood Mafazine, publicada el día de hoy)
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