El más perfecto de los discos imperfectos. Un trabajo áspero, rudo, tosco, oscuro, lleno de visceralidad pero también de dulce malancolía.
En apenas seis meses, la heroína se había llevado a dos de los mejores amigos de Neil Young (el roadie Bruce Berry y el guitarrista de Crazy Horse Danny Whitten) y el álbum no es más que el homenaje póstumo del artista atribulado a sus compinches. Sin falsa moralina, con dolor pero con saludable cinismo y una actitud irónicamente desafiante, Young penetra y se hunde en la tristeza para sacar alegría de ella y eso es lo que campea a lo largo de los doce temas que conforman este extraordinario y un tanto subvalorado trabajo.
La cultura de las drogas y del camino kerouakiano se encuentra reflejado en Tonight’s the Night (1975) con una fuerza escalofriante. Canciones tan buenas como “Speakin’ Out” (un enorme blues), “Borrowed Tune” (una melodía confesamente tomada prestada a los Rolling Stones –la de “Lady Jane”– en una de las canciones más ingeniosas de la carrera del canadiense), “Tired Eyes” (absolutamente bella), “Albuquerque” (una de esas joyas poco conocidas del músico) y por supuesto el grandioso y sarcástico corte que da nombre al álbum. Cabe destacar también a “Come On Baby Let's Go Downtown”, grabada casi un año atrás en concierto y en la cual Young canta a dueto con el malogrado Danny Whitten.
Lo más irónico de Tonight’s the Night es que a pesar de ser una obra maestra, su éxito comercial fue nulo, debido a que la disquera no quería sacarlo (de hecho había sido grabado desde 1973), pero Young lo impuso y la promoción corporativa fue tan escasa como sus ventas. Por suerte, siempre existe la perspectiva del tiempo y hoy se le reconoce ya en todo lo que vale.
(Reseña que escribí originalmente para el "Especial" No. 35 de La Mosca en la Pared, publicado en noviembre de 2006)
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