Ni siquiera va un mes. Son tan sólo 28 días, cuatro semanas, y ese interregno que normalmente era un periodo de cierta tranquilidad, luego del fragor de las campañas electorales y antes de la toma de posesión de un nuevo gobierno, esos cinco meses de espera en los que se va dando el relevo de poderes, esta vez están siendo un vertiginoso y enloquecido carrusel, con un virtual presidente electo que se comporta como presidente en funciones y un gobierno en funciones que se vuelve cada vez más virtual.
No sé si este cotidiano huracán de informaciones, tan variopintas como contradictorias, forma parte de una estrategia en vistas al más o menos próximo arribo a Palacio Nacional o si de plano hay un descontrol verborreico que, a este paso, se convertirá en un innecesario y muy poco útil desgaste político.
Desde la pelea con el INE por el famoso (y sospechoso) fideicomiso hasta la peculiar carta a Donald Trump, pasando por el relevo del futuro secretario de Relaciones Exteriores, el anuncio (y luego su desmentido) de una consulta popular para decidir la suerte del NAIM, la amenaza de correr a los empleados de confianza de la burocracia, el delirante proyecto sin pies ni cabeza para descentralizar las secretarías de Estado, los golpeteos morenistas –desde las benditas redes sociales– contra la virtual secretaria de Gobernación, la amenazante frase “perdono pero no olvido”, lo de las seis refinerías, etcétera, etcétera, la opinión pública no se da abasto para procesar tantas cosas que están sucediendo y tantas que supuestamente van a suceder.
Serenidad y paciencia, amor y paz, para citar al clásico. Esta hiperquinesis sólo ha servido para encrespar los ánimos (lejos de disminuir, la polarización se está acrecentando peligrosamente) y hacer que corra toda clase de rumores (como el de que doña Olga Sánchez Cordero no llegará, Marcelo Ebrard quedará en Gobernación y Juan Ramón de la Fuente en la SRE, según leí en un tuit anónimo) y malos presagios (el autoritarismo como fantasma que recorre al país).
28 días que han sido como 28 años.
(Mi columna Cámara húngara" de hoy en Milenio Diario)
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