Aunque producto de una muy mala etapa personal para los integrantes del grupo, sobre todo para Robert Plant, Presence (Atlantic, 1976) es un disco que debe ser revalorado y visto en su verdadera dimensión artística.
Luego de aquel accidente automovilístico que sufriera el cantante y de su obligada y dolorosa convalescencia, sorprende que el cuarteto haya producido un álbum con temas de calidad tan grande. Realmente la obra no desmerece en absoluto respecto a su antecesor, Physical Graffiti. Por el contrario: refrenda lo que Led Zeppelin hizo en éste y lo concreta en un solo vinil de escasas seis canciones. Pero qué canciones.
Como si quisieran liberar los demonios que los atormentaron durante cerca de dos años, Page y los demás consiguieron algo admirable. Desde la fuerza épica con la cual inicia el disco, gracias a la monumental “Achilles Last Stand”, sabemos de la grandeza que hay detrás de este trabajo, lo que se confirma con el resto del material, muy especialmente con “For Your Life”, “Nobody’s Fault but Mine” y “Tea for One”.
Insisto, un álbum que urge revalorizar.
(Reseña que escribí para el especial de La Mosca No. 6, dedicado a Led Zeppelin y aparecido en noviembre de 2003)
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