sábado, 7 de julio de 2018

Carta al nuevo presidente

Sr. Andrés Manuel López Obrador.
Presente.

Yo no voté por usted. Tampoco por alguno de sus contrincantes. Tal como hice en las pasadas tres elecciones presidenciales, llené la casilla en blanco de mi boleta con el nombre del político mexicano que más admiro y con quien tuve el privilegio de colaborar a fines de los años setenta del siglo pasado: el ingeniero Heberto Castillo.
  Como me considero un demócrata liberal, progresista y de izquierda, no sólo reconozco los resultados electorales del 1 de julio, sino que celebró que todo se haya llevado a cabo con tranquila civilidad y felicito a usted y al resto de los ganadores. A partir del 1 de diciembre y a pesar de mi posición crítica, lo consideraré presidente de todos los mexicanos y respetaré su investidura. No caeré en la lamentable posición de desconocerlo sólo porque no voté por su persona.
  En su discurso del Hotel Hilton, la noche de su victoria, hizo usted varias afirmaciones. Permítame centrarme en una. Dijo: “Habrá libertad empresarial, libertad de expresión, de asociación y de creencias; se garantizarán todas las libertades individuales y sociales, así como los derechos ciudadanos y políticos consagrados por la Constitución”.
  Soy nieto del diputado constituyente por Sinaloa Emiliano García Estrella, quien entre otras cosas fue periodista y luchó por la libertad de expresión que reprimía el presidente Porfirio Díaz. Esa es una de mis grandes preocupaciones: la preservación durante su sexenio de esa libertad en concreto, misma que he ejercido sin cortapisas desde hace más de 30 años, incluso en las épocas difíciles del priismo a ultranza.
  Espero que su gobierno no caiga en la tentación de coartarla o castigarla, sino que la respete e incluso la fomente. Pretendo seguir siendo un periodista crítico e independiente, reconociendo lo bueno de su gobierno, pero cuestionando lo que no me parezca correcto.
  Así entonces, espero que logre su meta de pasar a la historia, tal cual dijo usted en el mismo discurso, como un buen presidente de México. Eso sería lo mejor para el país.

(Mi columna "Cámara húngara" de hoy en Milenio Diario)

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