La de Dirty Projectors es una de las propuestas más peculiares del rock actual. Etiquetado como un proyecto de alt-rock, en lo personal me resulta muy difícil definir su música.
El grupo neoyorquino, encabezado por Dave Longstreth (su fundador, compositor, arreglista, cantante, guitarrista, productor y único miembro que ha estado en cada uno de sus discos), posee un estilo muy particular, en el que las asonancias y los rompimientos rítmicos y armónicos son una constante, mientras que las vocalizaciones responden a melodías intrincadas y muy ajenas al estribillo memorizable y fácil.
Hasta hace unos años, Dirty Projectors contaba con las excepcionales voces femeninas de Angel Deradoorian y Amber Coffman (esta última, pareja sentimental de Longstreth) y fue cuando grabó sus mejores discos: Bitte Orca (2009) y Swing Lo Magellan (2012). Sin embargo, sobrevino el rompimiento con Amber y el buen Dave entró en un periodo de depresión que lo anuló creativamente durante un lustro, lo cual se reflejó en el oscuro y depresivo (aunque estupendo) álbum homónimo Dirty Projectors (2017), ya sin las voces de Coffman y Deladoorian.
Apenas un año después, Longstreth vuelve con un nuevo larga duración de Dirty Projectors y al parecer la luz ha regresado a su vida, lo cual se nota en el sentimiento más optimista y orgánico que refleja Lamp Lit Prose (2018), una obra compleja y hermosa que desde la primera canción (la bellísima “Right Now”) habla de cambios (“No sé cómo voy a ser un mejor hombre / No sé cómo voy a alcanzar la tierra prometida / No sé cómo voy a lograr que tomes mi mano / Pero voy a empezar y yo sé cuándo”).
Hay temas fantásticos como “Break-Thru”, “I Feel Energy”, “What Is the Time” o “That’s a Lifesytle” y si bien el estilo de las composiciones de Dave Longstreth no es fácil de asimilar para cualquier oído, quien esté dispuesto a abrirse y asimilar poco a poco su sonido terminará por enamorarse de esta música deliciosamente bizarra. Escúchelo, es toda una experiencia.
(Publicado el día de hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)
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