sábado, 4 de agosto de 2018

Manuel Bartlett y el arte de tragar sapos

Para Carlos Marín, al maestro con cariño.

Fue Carlos Fuentes quien dijo que la política es el arte de tragar sapos. Pero se refería a la vieja política al estilo priista, responderán los adalides de la Cuarta Transformación, lo cual es cierto. Sin embargo, aún no llega al poder el nuevo gobierno obradorista y ya sus simpatizantes se han visto obligados a tragar su primer sapo y vaya que es un sapo grande y viscoso.
  Y es que no se puede esperar un cambio real y profundo de las prácticas políticas en un país como el nuestro, en el que el amiguismo, el compadrazgo, las complicidades y los intereses creados son ingredientes básicos, hondamente incrustados en la genética de nuestra clase dirigente desde la época virreinal. Si a esto le agregamos el ADN priista que recorre las entrañas de esa misma clase dirigente, sin importar su filiación (da lo mismo que sean del PAN, el PRI, el PRD o Morena), decisiones como las que tomó nuestro presidente virtualmente electo, al nombrar a Octavio Romero y a Manuel Bartlett, como directores de Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad, respectivamente, a final de cuentas resultan tan comprensibles como normales dentro de las prácticas la política nacional.
  Es claro que muchas cosas habrán de cambiar en el siguiente sexenio, para bien y para mal. Sin embargo, en el fondo todo cambiará para seguir igual. Porque los políticos son los mismos que han estado ahí desde hace décadas y no podemos pedirle peras al olmo. Manuel Bartlett lleva sobre sus espaldas muchos pecados, pero el principal y por el que todos lo recordamos es el de la tristemente célebre caída del sistema, con el cual se consumó el fraude electoral de 1988 que le arrebató la presidencia de la república al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas. Es esa una mácula que el entonces secretario de Gobernación y presidente de la CFE (la electoral, no la eléctrica) no podrá borrar jamás, aunque hoy llame idiotas a sus críticos y afirme, desde las profundidades del periodo Cretácico, que él no es “un dino”.
  Ni modo, también durante la Cuarta Transformación habrá que tragar sapos.

(Mi columna "Cámara húngara" de hoy en Milenio Diario)

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