domingo, 17 de agosto de 2008

Cuatro funerales y una boda


Después de una rachita de cuatro muertes en la familia (tres por el lado de los García y una por el de los Michel) y sus respectivos funerales, ya era hora de que hermanos, primos, tíos, sobrinos y amigos nos reuniéramos en algo festivo y qué mejor que una boda, la de mi sobrina María Fernanda, hija de mi prima hermana del mismo nombre. La ceremonia religiosa y el guateque se llevaron a cabo en la bella y cosmopolita (je je) ciudad de Toluca, donde mis primos, los García Ocampo, vivieron siempre (bueno, ahí y en Huitzuco, Guerrero). Para mí fue un reencuentro con algunos parientes a quienes literalmente hacía décadas que no veía, otros a quienes veo poco, otros a quienes veo seguido y hasta un primo nuevo (de unos cuarenta y tantos años, no crean que un recién nacido), hijo de mi recién fallecido tío Luis, y cuya presencia ha sido una agradable sorpresa para quienes lo hemos conocido. Se llama Juan García, en honor a mi papá, y fue a la boda de Marifer en compañía de su guapa esposa y sus lindos hijitos. Muy buenas personas en verdad, a quienes seguro veremos más seguido.
  En realidad, mi sobrina María Fernanda -quien tiene veinticinco o veintiséis años- ya estaba casada por lo civil. Su esposo es un chavo francés (Jean Marie), viven en París y hasta tienen una bebita de meses, pero vinieron a México -a Toluca- para casarse y bautizar a la pequena Matilde.
  Me fui para allá junto con mis hermanas Myrna e Ivette y mi sobrina Leyla, en el carro de ésta. Lo boda fue en una iglesia, el bautizo en otra y la comida y el baile en un salón de la colonia Pilares. Me encantó volver a ver a mis queridos primos Emiliano, Carlos Alberto, Miguel Ángel y Lupita (con quienes compartí buena parte de mi infancia y que ya son todos unos señores) y a su cauda de preciosas hijas (creo que sólo hay dos hijos varones) que van desde los treinta y dos años de mi guapa sobrina Claudia hasta los trece de la más chica de las lindas hijitas de Emiliano. Sólo faltaron Marco Antonio (y su familia) y, claro, José Luis, quien falleció hará unos cinco años. También volví a ver a mi tía Albertina, increíblemente bien conservada a sus 88 años. De seguro el espíritu de mi tío Luis estuvo presente, para atestiguar el matrimonio de su nieta (y de seguro también, lo acompañó el de mi papá).
  Allá estuvieron asimismo mis amados primos García Arróyave (Gustavo, Martha y Marcela -con éstas dos aparezco en la foto de arriba), más las hijas, el esposo y el flamante nieto de esta última (ambos de nombre Gonzalo), así como la única de los García Ayala que sobrevive, mi tía Esperanza (tiene 93 años). Aparte, claro, había unos cien invitados, incluidos unos diez franceses, parientes de Jean Marie (su hermana, una preciosidad parisina de unos dieciocho años).
  La fiesta estuvo genial. Hacía largo tiempo que no me divertía tanto (ya para que hasta haya bailado y mucho). Contrataron a un grupo buenísimo (con una de sus coristas guapísima), de los llamados versátiles, que no paró de tocar de las seis de la tarde a las once de la noche, con las canciones hiladas una tras otra (las cuales iban de la cumbia y la salsa al pasito duranguense y de la música disco a la música en español de los ochenta, pasando por el rocanrol y todo lo que se les ocurra). Bailé, sudé, comí, bebí, eché desmadre, conocí gente (tengo los teléfonos de un par de franceses.., aunque no de la francesita, tant pis!).
  Realmente resultó un sábado genial. Todavía algunos nos fuimos un rato a la casa de María Fernanda (mi guapa prima) y regresamos al DF (Myrna, Ivette, Leyla, mi primo Gustavo y yo) a las cuatro y media de la madrugada. Como para pasar el domingo tirado en la cama.

3 comentarios:

Daniel Franco dijo...

¡¡¡Que buena fiesta!!! Con la pura narración, ya puse mi bachata favorita "Medicina de amor" Quieeeeeeeroooooooooo de tiiií. A mi me pasa algo similar, porque no bailo nada, pero a veces la fiesta y el ambiente esta tan bueno que me levanto a hacer el ridículo, pero lo disfruto bastante. Un saludo y no te vayas a Francia sin dar más información del nuevo proyecto ¡¡¡por favor!!!

Elis D. dijo...

las fiestas familiares son la onda jejeje, siempre son buen pretexto para desatar al bailador que todos llevamos escondido,y disfrutar de la comida que no debemos comer, pasarnos de copas en fin que son la onda!!! pero solo una observacion.... estaba usted en un lugar repleto de bellezas y de niñas guapas, vaya! no habia nadie feo?

Elis D. dijo...

saludos!!!,jejeje