domingo, 31 de agosto de 2008

La bipolaridad como una de las bellas artes*


Fue ídolo de Kurt Cobain, Eddie Vedder, Matt Groening y los integrantes de Sonic Youth y los Flaming Lips. Cuando la ciudad de Austin alcanzó el estatus de meca de la música alternativa, él era una de las máximas atracciones de la escena local. Su biografía es tan fascinante que el director estadounidense Jeff Feuerzeig hizo un largometraje documental sobre su vida. Idólatra de los Beatles, obsesivo enamorado de una sola mujer, pesadilla cotidiana para sus padres y hermanos, Daniel Johnston es un freak entre los freaks, un personaje que de no haber existido, seguramente Robert Crumb lo habría inventado para alguno de sus delirantes comics.
Nacido el 22 de enero de 1961, en Sacramento, California, en el seno de una familia ultraconservadora, muy pronto se mudó a New Cumberland, Virginia Occidental, donde su padre fue contratado para trabajar en una planta de la Quaker State. Último de tres hermanos, Daniel mostró desde pequeño que lo suyo no era el respeto por los convencionalismos sociales y mucho menos los religiosos. Le gustaba el arte y comenzó a dibujar antes de aprender a leer. Pero sus dibujos no eran los más comunes para un chiquillo y asustaban a sus maestros de la escuela cristiana a la que asistía, pues en ellos abundaban seres grotescos que hacían suponer a quienes lo rodeaban que estaba poseído por alguna entidad diabólica.
No obstante, lo que en realidad habría de apasionar al joven Johnston fue la música. Daniel creció maravillado por las melodías de los Beatles, pero también amaba a Bob Dylan, Neil Young, Yoko Ono y los Sex Pistols. Tocaba el piano en forma autodidacta desde los nueve años y no tardó en empezar a componer sus primeras canciones. Sus tempranos talentos creativos, sin embargo, no encontraban eco en sus padres, quienes ni siquiera parecían reparar en ellos, preocupados como estaban por imbuir en él una educación cristiana a la cual era refractario.
Cuando llegó a la adolescencia, empezó a grabar sus composiciones y creó así sus propios “álbumes”, que no eran sino cassettes que regalaba a quienes aceptaran escucharlos. Su música y sus letras no eran comunes. Había en ellas discordancias y también un sentido crítico contra la vida cotidiana y la sociedad que lo rodeaba.
Fue por esas fechas que también le dio por el cine. Cuando le regalaron una cámara de Super 8, empezó a filmar cintas en las cuales también actuaba y en las que solía disfrazarse como su mamá, de quien se burlaba en forma despiadada. La pobre mujer se angustiaba, pero nada hacía más que orar y pedir a Dios que su alocado vástago volviera algún día al buen camino.
Al terminar la secundaria, Daniel ingresó a una escuela de arte, donde pudo dar rienda suelta a su desbordada creatividad. Fue en esos días que conoció a Laurie Allen y quedó prendado de ella. Era una típica american girl de ondulado cabello castaño y preciosos ojos claros, con una sonrisa a la vez cándida y provocativa. Johnston se enamoró y la convirtió en la musa que sería fuente de inagotable inspiración y de implacable tormento sentimental. Daniel nunca se atrevió a declararle su amor y lo más que logró fue que un día, en son de broma, Laurie pronunciara un “I love you, Danny” en la grabadora del joven artista. Al poco tiempo, ella se casó con un guapo y rubio american boy -empleado de una funeraria-, se convirtió en la típica esposita gringa de clase media y destrozó el corazón de su platónico pretendiente. Hoy, veinte años después, es una mujer divorciada y marchita.
La decepción amorosa y el insoportable clima familiar se conjugaron para que Johnston huyera de su casa, guitarra y cassettes en mano, para unirse a una feria, donde trabajó como empleado de limpieza. En ese ambiente protocircense, se sintió por primera vez como en familia. Todo parecía mejorar para él, hasta que un día se tardó más de la cuenta en un baño portatil y al salir fue golpeado salvajemente por un urgido usuario que le había estado tocando la puerta. Con la nariz rota, fue a dar a un hospital y cuando salió, la feria se había ido con rumbo desconocido.
A base de aventones pudo llegar a la ciudad de Austin, donde consiguió empleo en un McDonalds y pudo promover su música gracias a los cassettes que llevaba. Un productor discográfico y un DJ radiofónico se sorprendieron ante la calidad insólita de sus canciones y decidieron apoyarlo. En pocos meses, Johnston ya era una estrella local y como en ese tiempo (mediados de los ochenta) Austin era una de las mecas del rock alternativo, MTV (por entonces una televisora aún rocanrolera) decidió realizar un reportaje en esa ciudad tejana y Daniel fue uno de los elegidos para aparecer en el mismo. De inmediato se convirtió en celebridad nacional, en un sujeto de culto underground, y su punto más alto fue cuando, pocos años después, en una entrega de premios MTV, Kurt Cobain recibió el suyo enfundado en una camiseta con los dibujos y el nombre de Daniel Johnston.
El disco-cassette más conocido de Johnston es Hi, How Are You?, aunque en 1994 grabó Fun (Atlantic Records), producido por Paul Leary de los Butthole Surfers. Por desgracia, sus problemas físicos (padece diabates mellitus tipo 2) y sobre todo mentales (aparte de bipolaridad sufre de ataques psicóticos) lo hicieron obsesionarse con el tema del demonio y durante años se sintió un misionero antisatánico. Más de una vez terminó en clínicas para enfermos cerebrales.
En 2005, Jeff Feuerzeig filmó el documental The Devil and Daniel Johnston, conformado por entrevistas con familiares, amigos, colegas y él mismo, además de escenas tomadas de las muchas cintas en Super 8 que filmó Johnston. Es una cinta altamente recomendable que fue premiada en varios festivales, incluido el Sundance.
Hoy día, a sus cuarenta y siete años, Daniel Johnston vive en una casa contigua a la de sus padres, en Waller, Texas, y a pesar de su inestabilidad emocional, se encuentra lúcido y tranquilo. Al parecer, el diablo por fin lo dejó en paz.

*Publicado hoy en la sección "El ángel exterminador" de Milenio Diario.

4 comentarios:

Su Satánica Majestad dijo...

Jamás había oído hablar de este tipo; es una historia muy bonita y mueve a averiguar más sobre su obra. Saludos, Hugo.

Adrián dijo...

Speeding Motorcycle sale en el Fakebook de Yo la Tengo. Así conocí a Johnston.
Y, como muchos, quedé prendado de su historia, pero más de sus canciones.

Javier Angulo dijo...

Hace rato que estoy queriendo conseguir ese documental. Es de los que hay qué tener en dvd original.

Anónimo dijo...

ke tal hugo???
ni idea de la existencia de este cantante,asi como no tenia idea de la existencia de un grupo de rhode island llamado MADE IN MEXICO,tu que onda? te suena esta banda?? o alguno ke lee este comentario sabia de su existir?? ojala puedas iluminarnos el camino acerca de esta rarisima banda llamada MADE IN MEXICO.saludos y la revista pa cuando??? biengracias??

ulises sierra desde merida,mx.
besierr@hotmail.com