Liderado por Yannis Philippakis (guitarra y voz) y con la participación fundamental del baterista y miembro fundador Jack Bevan, el quinteto grabó dos álbumes para el sello Sub Pop (los magníficos Antidotes, de 2008, y Total Life Forever, de 2010) y ya en este 2013 acaba de lanzar, esta vez por medio de la disquera Warner Bros., el no menos espléndido Holy Fire.
Nos encontramos frente a un trabajo que combina ritmos persistentes y bailables con un estilo un tanto dramático de interpretación, a lo que contribuye la voz aguda y con cierto grado de angustia contenida que ostenta Philippakis.
Hay aquí diversas atmósferas envolventes que al mismo tiempo que nos hacen mover los pies de manera acompasada, nos hechizan con densas armonías e inventivas melodías. Uno puede escuchar de pronto reminiscencias de los Talking Heads, pero también de U2 y hasta de los Rolling Stones de fines de los setenta y principios de los ochenta (es decir, la época de discos como Emotional Rescue, Tattoo You y Undercover), lo cual resulta muy claro en “Inhaler”, el segundo corte de Holy Fire.
Hay quienes comparan a Foals con Muse. Sin embargo, se trata de dos propuestas muy diferentes. Digamos que en los primeros no hay tanto sentido trágico y sí un mayor énfasis en un pop más luminoso que de pronto recuerda a grupos hoy casi olvidados como Heaven 17 y lo hermana con propuestas actuales como Menomena y Battles.
Holy Fire es un gran disco, ampliamente recomendable. Foals se encuentra en plena forma, su fuego es más sagrado que nunca.
(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey" de Milenio Diario).
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