Con este espléndido trabajo discografico, los Malditos demuestran por qué son
considerados, a nivel nacional, mundial e intergaláctico, como una de las agrupaciones
más brillantes de la música contemporánea, así como los rescatadores indiscutibles
de la cultura popular mexicana.
considerados, a nivel nacional, mundial e intergaláctico, como una de las agrupaciones
más brillantes de la música contemporánea, así como los rescatadores indiscutibles
de la cultura popular mexicana.
Desde la primera vez que se le escucha, Mostros (BMG, 1998), el más reciente disco de Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio, sorprende por su altísima calidad musical, sus letras literaria e ideológicamente exquisitas y su impecable y admirable consecuencia sociopolítica. Se trata de un álbum que no admite reproches. Cada una de las composiciones que lo conforman es una joya perfectamente pulida. Y son once las joyas que se engarzan para formar un collar de perlas en el cual la sensibilidad, el buen gusto y la excelencia músico-poética alcanzan cumbres jamás antes vistas no sólo en México o la América Hispánica, sino en el mundo todo.
Envidiable imaginación
La buena impresión comienza desde la portada y el título del compacto: Mostros. ¡Dios Mío! ¡Qué envidiable imaginación la de estos cinco músicos maravillosos! Claro: si en nuestro país el pueblo no dice "monstruos" sino "mostros". Por eso el graciosísimo muñequito (o mostro) de la carátula y las personas que gritan espantadas y la tele (o para mejor decirlo: la caja idiota) que enajena perversamente a nuestra gente y los Carlitos Salinas de plástico, como para señalar que ese canijo pelón pelonete cabeza de cuete (nótese la expresión eminentemente popular) es el "mostro" principal, causante indudable de todas nuestras tragedias y desgracias, incluída la debacle (¡ay!) del rockcito hecho en México (caramba, ya metí un comentario negativo y ésa no es la intención de esta optimista reseña, llena de sonrisas, apapachos y buenas vibras).
Con todo, la portada es detalle poco importante comparado con el contenido musical del disco, todo un agasajo por donde quiera que se le escuche.
Como ya es costumbre de los Malditos, cada pieza (o rola, perdón) resume el amplio y anchuroso bagaje cultural que los múltiples viajes por Europa (o las uropas, para decirlo acá, bien popularmente) les han dado (para mayores detalles, léase cada viernes en el Reforma la extraordinaria columna "Ruidos de la calle" del gran sociólogo mexicano Pacho -Pacholín, para decirlo con cariño-, en la cual, con un lenguaje claro, ameno, conciso, nuncamente aburrido, los ignorantes y simples mortales podemos darnos cuenta de lo increíble que resulta ser un Maldito -viajes, experiencias, ideas siempre vanguardistas- y, por supuesto, de lo culto, preparado e inteligente que es Pacholín).
Las cancio..., digo..., las rolas
Mostros abre con "El malasuerte", un tema por demás sen-sa-cio-nal, en el que Roco hace gala de sus innegables, reconocidas y gloriosas dotes vocales, plenas de matices y modulaciones (¡realmente hace con su voz lo que se le pega la gana!), jugando con el contrapunto que le presta el inconmensurable estilo de tocar el sax del Sax. Hay por ahí un órgano que presta a la canción (¡chin, perdón otra vez! ¡Es: la rola!) un inconfundible ambiente arábigo, oriental, lo que nos habla de lo bien que han asimilado la música de países como Argelia y Marruecos, así como las canciones de la película Aladin de Walt Disney.
Pero las sorpresas apenas comienzan. "Patineto" es una composición francamente ponedora. Toda la banda luce sus cualidades interpretativas (que algunos malosos han osado en calificar de limitadísimas... ¡Por favor!) en este homenaje a los chavos, a la banda, a la raza que ha convertido a las patinetas en una de las más auténticas expresiones de la cultura juvenil mecsicana. Y al fin llega esa rumba sabrosona, guapachosa, riquísima que es "El cocodrilo". ¡Mágico y sublime homenaje al cine nacional y a la época de las rumberas que Roco y compañía conocen bien porque la vivieron muy de cerca! ¡Ésas menciones a Tongolele, a Juanito Orol, al cine "Teresa" y, sobre todo, a Pérez Prado! ¡Qué importa que digan "sacalacachimba" en vez de "macalacachimba", si de lo que se trata es de rendir tributo al gran Carefoca! ¡Pecata minuta!
El gozo estético continúa con una nueva obra maestra que rescata (hay que hacer incapié en el verbo rescatar) a otra figura ejemplar de la cultura callejera: "El teporocho". Aquí, Sax destaca haciendo malabares con su instrumento (me refiero al saxofón), de un modo que ya hubieran querido Charlie Parker y John Coltrane, y que repite en "Camaleón", en la que Roco vuelve a hacer gala de esas virtudes vocales que le dio Diosito y hasta se bota la puntada (¡qué bárbaro!) de parodiar a Boy George ("cama, cama, cama, camaleón", ¡ja ja ja ja!).
"El barzón" no tiene madre. Olvídense de la antigua versión de Amparo Ochoa (Q.E.P.D.). La Maldita le da una vitalidad fabulosa, enriqueciendo la letra con frases políticamente correctísimas y una gracia que ya hubiera querido la malograda cantante sinaloense. Ni hablar. Ellos son genios y Ampárito era una simple y sencilla intérprete.
El momento romántico (ése en el cual hay que sacar los encendedores y mecerlos en el aire o mover los bracitos suavemente) llega con "Caer", en la que no pudimos evitar que las lágrimas afloraran ante la sentida y vibrante voz de Roco (¡eso es cantar, lo demás son fregaderas!). De veras: ¡está cantando!... mejor que nunca. Y si no lo creen, ahí está la divertidísima (¡ea, ea, ea!) "El tieso y la negra Soledad". ¡No debe haber fiesta o tíbiri (¿se dice así?) donde no se toque esta tropicalísima y chidísima rola (¡lo logré, dije rola!), en la que hasta Aldo se avienta un solo de bajo de diez segundos, Pacho le pone macizo al cencerro, Pato requintea que ni el Hendrix o el Clapton y Sax... Bueno, ya sabemos lo que es capaz de sacarle a su instrumento (el saxofón, ¡eh!) ¡A veces llega a tocar hasta tres notas seguidas! ¡Guau!
"2 de octubre" es el reclamo certero, digno, firme, consecuente, ¡padrísimo!: "No hay olvido", dice Roco con voz vibrante y estremecedora que de seguro ya puso a temblar al gobierno. "Tatuaje" es otra rolita (¿qué tal me salió?) chula de bonita y el disco termina (¡lááástima que terminó...) con "Mostros", a la que este agreste escribidor definiría como una sonata experimental pos... pos... moderna, ¿no? Es el cerrojo, la coda, el final perfecto (ni los Beatles con "The End" en Abbey Road) para este disco musicalmente magistral. ¡Ah... y por si fuera poco, Mostros trae un corte de pilón! Nomás que no dicen cómo se llama (me imagino que "La Sirenita" o algo así, en recuerdo de Rigo Tovar). Pero de que es otra maravilla, ¡es-o-tra-ma-ra-vi-lla!
Las letras
Como ya es habitual en Maldita Vecindad, el nivel letrístico se encuentra entre lo más excelso de la literatura nacional. Que nos perdonen los exquisitos, pero ni Sabines ni Paz ni Bonifaz Nuño ni Huerta ni Gorostiza ni Villaurrutia ni Saúl Hernández han alcanzado versos tan poéticos, tan líricos como:
-"En este mundo locochón/ todo tiene explicación".
-"En la selva de concreto/ guacha bien por dónde vas,/ no sea que un cafre/ te vaya a planchar/ y no podrás más/ ya patinar/ ¡Ayaya ya yaya yayayyyyyy!".
-"Guacha, se te va a quemar/ esa fuzca con que buscas de tragar./ Trucha, se te va a quemar/ esa placa con que quieres farolear" (nótense las elegantes rimas, a base de puros versos en infinitivo: quemar, tragar, quemar, farolear. ¡Cuanto recurso poético!).
Para terminar, digamos simplemente que Mostros está a la altura de grandes discos clásicos de la historia del rock como Sgt Pepper’s Lonely Hearts Club Band de los Beatles, Dark Side of the Moon de Pink Floyd, Who's Next de The Who, So de Peter Gabriel o Fin de Siglo de El Tri. Y quien diga lo contrario, es un mal patriota, un mal mexicano, un vil masiosare, un traidor a la sagrada causa del rock nacional.
A manera de postdata
Por cierto: nos extrañó muchisisííísimo (y lo lamentamos sobremanera) que no se mencionara a La Mosca (¡y tampoco a Eres que tanto ha apoyado a la Maldita, con portadas y toda la cosa!) en los agradecimientos del disco Mostros, privilegio del que en cambio sí gozaron las revistas hermanas (¡ja!) Nuestro Rock, Switch, Códice Rock, Conecte y Banda Roquera. Quién sabe por qué no nos incluirían. De seguro se les pasó, eso debe haber sido. Aunque después de este artículo, seguro estaremos en la lista de tenquius de su próximo disco. Dios quiera y nos pongan, aunque sea en algún humilde y recóndito rinconcito. ¿Sí...?
(Publicado en La Mosca en la Pared, en 1998)
1 comentario:
Recuerdo cuando leí la publicación original (aunque pensé que había sido por allá en el 94 cuando aun estaba en la Universidad)y entonces al igual que hoy, me destornille de risa. Un saludo don Hugo.
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