Ya van dos veces, en fechas más o menos recientes, que abordo el Metro en la estación Insurgentes, con rumbo poniente-oriente, y en ambas me he quedado estupefacto ante la vista de un mural, cuya existencia me parece incomprensible. ¿Quién pinto semejante horror? ¿Quién lo ordenó? ¿Quién lo pagó?
Me queda claro que la responsabilidad es de alguien del sexenio pasado (es decir, del gobierno de Marcelo Ebrard, si no es que de él mismo), pero aun así me resulta increíble que en un lugar tan conocido y transitado, una de las estaciones más importantes y significativas de ese sistema de transporte, se haya permitido un mural tan feo y mal hecho.
Con una tradición muralista como la nuestra y cuando en México hay pintores tan importantes, indigna que esa cosa que pintaron en el Metro Insurgentes pueda existir y ser mostrada. Es un atentado contra el arte (si Diego Rivera o David Alfaro Siqueiros lo vieran, se revolverían en sus tumbas y vendrían a jalarle los pies a los responsables).
Ni como caricatura se justifica. Si ya la han visto, quizá me den la razón, Si no, he aquí una foto (de mi amiga María José Cortés) para que se den cuenta de lo que hablo.
1 comentario:
Es un simple graffiti. Tampoco es para tomárselo tan enserio.
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