sábado, 17 de agosto de 2013

Pemex y el tigre de papel

Primero fue el PAN, con una propuesta de reforma energética audazmente cargada hacia una cuasi privatización de Pemex. Fue, digamos, la propuesta derechista. Luego vino la del presidente Enrique Peña Nieto –y por ende del PRI– que resultó bastante tímida y en ciertos aspectos hasta timorata y que debió buscar justificaciones que se amparan nada menos que en el ex presidente Lázaro Cárdenas. Falta la del PRD que conoceremos este lunes, aunque más o menos podemos imaginarnos por dónde irá.
  ¿Por qué el PAN se lanzó hacia la apertura casi total a la inversión privada y el PRI propuso cosas mucho más moderadas? Pienso que hay algo de ajedrez (o al menos de damas chinas) en todo esto. Si leemos entre líneas, parecería que los panistas se pusieron de acuerdo con los priistas para ser aquellos quienes colocaran en la mesa una propuesta cercana a la que realmente quiere el gobierno, pero sin que éste reciba los golpes de las llamadas fuerzas de izquierda. No será esa la propuesta aprobada, como tampoco la de EPN, sino una más bien intermedia entre ambas. Para ello, bastará con los votos de PRI, PAN y Verde en las Cámaras. Mas como no se quiere hacer enojar al PRD y al cardenismo y se pretende que este sector se mantenga institucional y no abandone al Pacto por México, seguramente se incluirán varias de sus ideas.
  Hasta ahí, todo bien. Pero falta el otro factor, ese al que inexplicablemente se le sigue teniendo un pavor paralizante. Por supuesto, me refiero al factor AMLO. Como el de Macuspana se siente el defensor de la Patria y del petróleo y muchos todavía se lo compran, el gobierno, los priistas, los panistas y por supuesto los perredistas tratan de armar una reforma energética que no moleste a don Peje y su pandilla. El gran tigre de papel sigue asustando a la clase política y mediante el petate del muerto amenaza con todo su repertorio de movilizaciones y demás parafernalia contestataria. “¡Que se hunda Pemex pero que sobreviva yo!” parece ser su consigna y todos se ponen a temblar. ¿No será hora de que no le sigan más el juego? México debería estar primero, creo.

(Mi columna "Cámara húngara" de hoy, publicada en Milenio Diario).

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