sábado, 24 de agosto de 2013

Tata Cuauhtémoc

El súbito resurgimiento del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano como líder del Partido de la Revolución Democrática es algo que puede tener dos lecturas: una buena y otra mala.
  La buena es que ya hacía falta que el PRD contara de nueva cuenta con alguien en verdad carismático a la cabeza (aunque se trate del mismo líder que lo fundó) y que además mostrara una postura firme pero serena, inteligente y democrática, sin extremismos demagógicos, sin radicalismos iluminados y sin mesianismos delirantes. En ese sentido, la reaparición política de Cárdenas es algo que sólo puede ser bueno para la izquierda institucional (y no tanto para la “izquierda” fanatizada).
  La mala es que fuera del ingeniero Cárdenas no se vislumbra otro liderazgo de ese tamaño y de esa calidad. Marcelo Ebrard, por un lado, ha perdido gas y aunque podría recuperarlo, no es una figura que impacte a nivel nacional. Miguel Ángel Mancera, por el otro, anda como ausente (y no en el sentido nerudiano) y su presencia en el DF casi no se siente (lo ha dejado en manos de centes, esmés y demás fauna, en aras de no convertir a la ciudad “en un campo de batalla”). Eso para no hablar de los chuchos y de otros personajes tan grises que parecen panistas en sacristía.
  Ya que así están las cosas, pienso que el Tata Cuauhtémoc le puede hacer tanto bien a la izquierda democrática como el Tata Martino al Barcelona (aunque el ingeniero no tiene a un Messi, un Xavi, un Iniesta o un Neymar para armar un cuadro de lujo) y no sólo a la izquierda, sino a la institucionalidad del país en general. Su importancia política es un gran contrapeso ante quienes profesan el odio a las instituciones y su primera gran prueba de fuego se dará durante los próximos dos meses, cuando la discusión sobre la reforma energética sea tema dominante y decisivo.
  Ojalá el retorno de Cárdenas no sea coyuntural y permanezca más tiempo en la lid. Estoy cierto que desde el cielo de la izquierda otro ingeniero y gran líder democrático, Heberto Castillo, estará de acuerdo con ello.

(Artículo publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario).

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