Terminé de ver la segunda temporada de The Borgias, la gran serie de Neil Jordan para Showtime. Portentosa. Tan buena como la primera, aunque con una mayor profundidad psicológica de los personajes y una producción aún más espectacular. Qué decir de cada personaje, desde los ya conocidos, como el corruptísimo, socarrón, cínico pero entrañable Papa Alejandro Borgia (con un Jeremy Irons que lo interpreta a plenitud) y sus hijos César, Juan y Lucrecia (bellísima y cada vez más maquiavélica). La aparición de grandes personajes como el propio Maquiavelo, ese temible fanático religioso que fue Savonarola (cómo me recuerda al Peje) o la implacable y temible Catalina Sforza.
Diez capítulos sin desperdicio, una televisión suntuosa y maravillosa que narra una historia de amor, sexo, violencia, muerte, sadismo, crueldad, ambición y ternura que quizá por momentos se desapegue de la historia real, pero que desde un punto de vista dramático y literario está hecha a la perfección. Sin duda, una de las grandes series históricas de todos los tiempos. Ahora me dispongo a ver la tercera y (¡ay!) última temporada. Por desgracia, debido a los altos presupuestos, Showtime decidió cancelar la realización de una cuarta temporada y a menos que ocurra un milagro, los seguidores de Los Borgia nos quedaremos sin ella.
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